En numerosas ocasiones comprobamos cómo el inconsciente colectivo de una comunidad se refleja en sus iconos. Los creadores viajan en transte público hasta el centro de la cuidad, inspiran profundamente, y se pregnan de ágenes, ideas y actitudes. Más tarde, de vuelta a sus talleres, catalizan todo lo que han absorbido; y nace una partitura, una pintura, o un personaje, que penetra profundamente en la psique de la sociedad. La filosofía social denomina a este proceso “la vuelta a casa”. Lo que emanó en su momento de la sociedad, regresa a ella convertido en un emblema. James Bond es un compendio de aquello que la sociedad inglesa respiraba durante los preros años cincuenta del siglo XX. Inglaterra acababa de vencer una guerra global, pero había perdido para siempre su estatus a favor de Estados Unidos. En estas circunstancias, se demandaba un superhéroe que recordase a los ingleses algunas de las virtudes que les enorgullecían. Un héroe inglés no puede tener superpoderes ni vestirse con mallas; pero dispone de la ingeniería secreta de los servicios de inteligencia. Un héroe inglés no salva el mundo, sino que sirve a los intereses particulares de su país corriendo aventuras internacionales en un mundo en el que Inglaterra había perdido su influencia. En definitiva, ideas muy seductoras para el consumidor británico. Nuestro país es rico en símbología colectiva, tradicionalmente con una fuerte pronta folclórica. La canción española ha procionado durante décadas la quintaesencia del espíritu nacional de un país despreocupado su papel en el orden mundial, y más bien inquieto la supervivencia cotidiana. El pulso entre potencias, era sustituido en el aginario español las penas y alegrías narradas cantantes ataviadas aparatosamente. En los últos tiempos, y de la mano del recientíso éxito español en campos en los que la sociedad no estaba acostumbrada, han aparecido dos iconos en los que los españoles han comenzado a reconocerse. Uno de ellos es el Capitán Alatriste, figura que conduce a esplendores nacionales con un barniz crepuscular, héroe militar que resume las virtudes de valentía y nobleza presentes en los ejércitos que dominaban Europa. Otro de ellos es la figura del Toro, que se ha despojado del tipismo estético andaluz, y de las remisiones a las corridas, para pasar a sbolizar la musculatura de un país que ha empezado a obtener ciertos logros en lo económico y lo detivo. En cada época, las sociedades fabrican sus propios espejos en los que reconocerse. Yo, mi parte, prefiero el Capitán Alatriste a otros antihéroes marbellíes.
Rostro sobrio, chaqueta oscura, y mucho dolor. “En mi casa se hizo de noche”. Con esas terribles palabras verbalizaba Eduardo Madina los recuerdos del atentado que sufrió el 19 de febrero de 2002. Sentado en una silla, con las piernas cruzadas, se debatía valerosamente con las emociones que le asaltaban al tratar de explicar al Tribunal los daños colaterales del explosivo que cambió su vida.
Eduardo, te estaba viendo y me identificaba contigo, yo hubiera explicado lo ocurrido casi con las mismas palabras, moviendo la mano derecha de manera parecida, con los mismos movientos de cabeza, con el mismo dolor en una voz que luchaba no romperse.
Relatabas al Tribunal que eres hijo único. Sólo quien es unigénito conoce el amor que circula entre los padres y su descendiente. Las familias de tres suelen ser hogares cálidos, como me agino que era el tuyo, en las que los padres vigilan con atención y suma ternura el creciento de la personalidad de su hijo, y le apoyan y aconsejan con infinito amor. El hijo, o la hija, suelen devolver dicho cariño multiplicado, y profesan respeto a sus progenitores durante el resto de su vida. Estoy seguro, Eduardo, que este era tu caso, que así era tu casa.
Un día negro, dos personas estallaron tu armonía y tu vida de detista. Ahora, al recordar aquellos sombríos días que siguieron al atentado, pronuncias “en mi casa se hizo de noche”, y podemos entender lo que intentas decir. Podemos entenderlo profundamente. El Código Penal podría estar redactado así ¿no es verdad? “Aquel que llevase la noche a casa de otra persona, incurrirá en la pena de desesperación de vida”. También agino que la pena y la tristeza que os envolvió no era otra cosa que la afección que sentíais al veros sufrir unos a otros.
A pesar de todo, pude ver en tu declaración ante el Tribunal que la oscura tiniebla que te cubrió se disipa poco a poco. El tiempo, el apoyo de tus compañeros y la convicción de que la razón está de tu parte, lo están consiguiendo. Lo pude ver en tu serenidad y en tus palabras: nadie va conseguir que dejes de luchar lo que crees.
Eduardo, espero que si lees estas líneas, las recibas como un homenaje hacia ti, hacia tus padres, y hacia todas las personas que han atravesado una situación semejante a la tuya. La defensa de unos principios suele tener un precio, y en algunos casos, como el tuyo, es elevado. Los demás, sólo os podemos agradecer vuestra labor, vuestra valentía, y congratularnos sinceramente de que la oscuridad que os ha visitado se vaya retirando un poco más cada día que pasa.
ELECCIONES LEGISLATIVAS (13/11/06)
Europa, con la excepción de Dinamarca, ha saludado la sonada victoria del partido demócrata en las elecciones legislativas estadounidenses. La antigua Europa de filósofos, músicos y artistas, no ha podido evitar sonreír ante un revés electoral que augura la salida del presidente Bush dentro de dos años. Se ha interpretado internacionalmente que la ocupación de Irak ha causado la debacle republicana, y Donald Rumsfeld, al final, ha pagado la factura de los platos rotos.
El electorado estadounidense, a diferencia del europeo, es permeable a discursos voluntaristas y a conceptos difusos (paz, alianza, diálogo, etc.) y exige a sus políticos posiciones claras ante realidades concretas. Los estadounidenses aprobaron indiscutible mayoría la ocupación de Irak hace dos años. ¿Es posible que en este tiempo hayan cambiado de opinión? ¿Se opusieron alguna vez los demócratas a la ocupación? En España y en otros países europeos se contesta, con alborozo e ingenuidad, afirmativamente.
Tras una serie de fulminantes operaciones militares, Estados Unidos derrocó a un líder visionario, y tomó las riendas de un país acostumbrado a la guerra y notablemente condicionado creencias religiosas. Dos años mas tarde, las calles de Bagdad son un lugar aún mas peligroso que bajo el gobierno de Sadam Husein. Los analistas de inteligencia subestaron las ingentes cantidades de, tiempo, efectivos y dinero que requiere el asentamiento de la democracia en un país que jamás la ha conocido, y situado en la zona más inestable del planeta. La sociedad norteamericana estaba preparada para ver partir a sus hombres a luchar en un lejano país que entrenaba terroristas. También estaba preparada para escuchar las seguras noticias de victoria que llegarían a corto plazo. Lo que no esperaba era ver transcurrir los meses sin que sus tropas consigan cumplir sus objetivos de guerra ni garantizar la seguridad de la población civil ante los cruentos atentados que se suceden cada semana. Comienza a cernirse sobre la opinión pública una sensación de descontrol, que es aprovechada cierta propaganda para que olvidadas sombras vuelvan a planear sobre el inconsciente colectivo norteamericano. El resultado de este juego lo tienen ustedes en las elecciones legislativas de la pasada semana.
Lo que cabría preguntarse es si el partido demócrata tiene ideas más definidas que la actual administración sobre el modo de enfriar la gasolina antes de que se inflame. Si la tendencia electoral se repite en las elecciones presidenciales, y un presidente demócrata recibe como legado este expediente, se enfrentará a un reto que no entiende de ideologías, y sobre el que los ciudadanos estadounidenses están pidiendo una solución rápida. Sin embargo, una retirada inmediata dejaría al novato ejército iraquí prácticamente indefenso ante la insurgencia radical y las células de Al Qaeda que acechan desde las colindantes Irán, Afganistán y Pakistán. Irak podría convertirse definitivamente en la universidad del mujahidin. El problema, habría empeorado tras años de lucha y millones de dólares invertidos en la guerra contra el terror.
Aunque los norteamericanos otorguen su confianza al partido demócrata, la estrategia en Irak no cambiará sustancialmente. No puede, a estas alturas. Otra cosa es que desde Europa algunos líderes se justifiquen a sí mismos a la luz del resultado electoral norteamericano. Un presidente demócrata continuará la política actual, aunque formalmente pueda acudir con más asiduidad que su predecesor a estructuras internacionales, algo desfasadas e ineficaces ante los nuevos escenarios globales. El final de la partida aún queda lejos. Podemos estar asistiendo, únicamente, a los preros movientos.
LA CAMISETA (06/11/06)
La acción discurre un 2 de noviembre en
Esta escena, que podría haber trascurrido en los últos días de la república de Wear, hace que la repetida coletilla de que “en este país se ha luchado mucho la libertad” sea más que nunca una frase hecha y en pasado verbal. ¿Cómo se ha alcanzado esta situación? Quizá no podía haber sido de otra manera. La libertad ideológica desaparece cuando su existencia se lita a la letra presa de la ley y no se defiende con la determinación que requieren las grandes causas.
El sabotaje de charlas en Universidades, la marginación de adversarios políticos y el apedreamiento de sus actos, reciben una tímida respuesta de la policía, las muy mesuradas palabras de los rectores, y la pasividad amedrentada de la ciudadanía, preocupada el pago de hipotecas y la vida nocturna de sus hijos. Este levantamiento de veda es aprovechado totalitarios con piel de demócrata, esquizoides políticos y agraviados de todos los colores para avanzar, lenta pero constantemente, con una goma de borrar artículos constitucionales.
La normalidad social es un preciado tesoro que posibilita el bienestar. Sin embargo, la sociedad no puede adormilarse sobre sus blandos almohadones sin vigilar a los devoradores de derechos fundamentales, sin desenmascarar a quienes proclaman libertades, refiriéndose a las suyas propias. Si en realidad se ha luchado la libertad, parece que alguien hubiera desaparecido con el trofeo. Es comprensible que la mayoría de la gente eluda compromisos políticos activos. Pero sería deseable que noticias como la del estudiante insultado rompiesen la indiferencia y produjesen una sana, sanísa preocupación colectiva. Que cuando se nos rompa una camiseta sea únicamente el tiempo y los lavados.










