En la Tierra a miércoles, diciembre 17, 2025

*¡Dios, cómo me gustan las turbulencias!

*Nota: ‘¡Dios, cómo me gustan las turbulencias!’ célebre frase pronunciada un periodista del sector mientras intentaba abrazar (con sus protectoras alas) a una bella desconocida sentada a su lado, con la excusa del pánico. Nada hacía presagiar la odisea que se estaba avecinando. El periplo comenzó en la Terminal 4 del aeropuerto de Barajas.

*Nota: ‘¡Dios, cómo me gustan las turbulencias!‘ célebre frase pronunciada un periodista del sector mientras intentaba abrazar (con sus protectoras alas) a una bella desconocida sentada a su lado, con la excusa del pánico.

 

Nada hacía presagiar la odisea que se estaba avecinando. El periplo comenzó en la Terminal 4 del aeropuerto de Barajas, cuando, tras reencuentros múltiples, y algunas presentaciones, nos informaron de que no podíamos lleva el equipaje de mano ni siquiera un sple pintalabios. ( todos es conocida la vieja técnica del pintalabios bomba…)

 

Así que, bolsita de plástico en mano, nos encaminamos al control de pasajeros, donde hubo quien se tuvo que quedar descalzo para que dejara de pitar el infernal aparatito.

 

Una vez en el avión, y tras un agradable viaje, a pocos minutos (que sin embargo se hicieron eternos) de tomar tierra, empezaron las turbulencias. ¡Y qué turbulencias! Una mezcla de La Lanzadera, El Loopin y la Montaña Rusa, tres en uno. Pa’ vernos matao

 

Por si el susto y el malestar general no fuera suficiente, la tensión aumentó cuando la azafata preguntó si había algún médico en el avión y, al igual que ocurre en las películas, una doctora salió corriendo hasta la zona de cola, lugar del incidente. Afortunadamente, y a pesar de que uno de ‘los nuestros’ no consiguió abandonar el avión su propio pie, todo quedó en un susto, gracias, según cuentan ‘los entendidos’ al experentado piloto, al que sin embargo, algunos le echaron en cara no habernos desviado al aeropuerto de Vitoria. Sea cierto o no, alguno de los vuelos posteriores, quedaron cancelados…

 

Después, viaje en autocar hasta el hotel Ercilla (con mal cuerpo todavía), ducha rápida y una exquisita cena, tras la cual muchos optaron dormir y otros, a pesar de haber jurado y perjurado que sólo aguantarían ‘la prera’, se quedaron hasta altas horas de la mañana.

 

Lo que ocurrió en el periodo de tiempo transcurrido entre la cena y la jornada posterior, preferos censurarlo, aunque siempre os daremos pistas en nuestras Adivinanzas…

 

Seguiremos Informando…  (y volando, a pesar de todo)

 

Y mañana, la segunda entrega…

 

 

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