Yo si quiero que me envíen más jamones, o al menos alguno, que en mi caso no creo que se pierdan los falsos suelos de los camiones, allá donde se esconden aquellos chicos borrachos de sueños para cruzar el estrecho en Ferry buscando la tierra prometida.
No, yo no recibo jamones pero me gustan igualmente. De jamones no toca hablar hoy, al menos en mi caso, aunque si espero que alguno caiga… Sin embargo si quiero llamar la atención sobre otra tradición de estas fechas: las cenas de empresa. Son tantas y tan variadas que se podría hacer una tesis y nos faltaría espacio, pero si hay algún denominador común entre todas ellas es el cinismo que se respira mezclado con las burbujas del cava o del champán o de la sidra El Gaitero…
Si, son reuniones sociales para sonreír a aquel compañero de oficina que a lo largo del resto del año meterías la cabeza en la papelera, reuniones para reírle los chistes a tu jefe, los mismo que el resto del año de han provocado unas ganas irremediables de ponerte a llorar rodeado de papeles, y reuniones para, en muchos casos, mostrar el comtamiento más bajo y bochornoso del ser humano. Si, la corbata en la cabeza, un matasuegras en la boca, un cono de cartón plateado en lo alto, un par de collares de plástico y, como no, esas antiestéticas gafas con bigote a lo Groucho Marx que todo el mundo se empeña en endosarte para hacer la gracia original de cada año. ¡Qué lejos quedan Martes y Trece!
La semana que viene, como cada año, como la vuelta al cole, como las procesiones de semana santa, como carnaval, como la llegada a las playas, la apertura de las piscinas, como el cierre de las piscinas, como la llegada de los reyes a Mallorca, como la sequía estival… los telediarios de las principales cadenas de televisión emitirán los correspondientes retajes de este tipo de eventos. Cuanto cuestan estas cenas, las novedades y últas modas, los brindis frente a la cámara, el feliz navidad, feliz año… y ¿para qué? ¿Para estrechar lazos laborales? ¿Para ser más corativos? Todos ríen pero mirando de reojo a tu alrededor sabes que, esa misma tarde, antes de salir de casa, todos se han despedido de su mujer, novio, abuela, padre, amante, tío, tía o lo que sea diciendo eso de ‘uff, que pereza, te aseguro que si pudiera no iría’ ¡Mentira, nadie ha dejado de acudir a estas citas!
En fin pongamos que hablo de Madrid… en Navidad.
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