Navidad sin calvito, y me refiero al de la lotería que no haya confusiones, sin belenes en los colegios, sin poder viajar al país de origen, sin las lucespalabras de Gallardón, sin Carmen Sevilla, sin los villancicos de Manzano (gracias a Dios), sin colesterol ni calorías, sin turrón ni polvorón, sin, sin, sin… parece que este año las fiestas se han puesto a dieta y no sólo orden expresa de
Frías y tecnológicas navidades. En televisión los únicos anuncios que se ven son los de móviles y, como no, colonias, que en este país a nada que hagas cuatro gorgoritos ya tienes derecho de tener tu propia esencia y dentro de poco no vamos a saber si olemos a Bisbal, Alma, Antonio o a Pachá. Ah, bueno y los anuncios de supermercados, esas auténticas creaciones del arte publicitario que generan unas ‘ganas locas’ de irte corriendo a comprar merluza congelada a 2.50… ¡qué glamour!
Los muñecos ya no son muñecos, son verdaderas obras de ingeniería, de hecho se venden con manual de instrucciones… eso sí para los chicos, que la últa moda es que las niñas pidan unas botas de fútbol y los niños una barbie princesa divorciada con la mansión de Ken, el coche de Ken, el perro de Ken… o al menos eso es en lo que ponen todo su empeño las instituciones mientras al problema de la inmigración, de la crisis de Air Madrid, a los damnificados de Forum y Afinsa, al paro, al problema con los nacionalismos, a la corrupción urbanística, etc., etc., etc., que le den. Al menos me queda la ilusión del gordo que ese si que vuelve cada año aunque como cada año nunca toca.
En fin, pongamos que hablo de Madrid… De todas formas ¡FELICES FIESTAS!
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