Vuelven los musulmanes. Han escrito una carta al Papa. Quieren rezar en la mezquita de Córdoba. Se han tomado al pie de la letra los gestos de distensión. El pontífice pisó la mezquita azul de Estambul, y ahora los nuestros quieren siglos de convivencia y babuchas a las puertas del templo, que es catedral católica desde el siglo XIII.
Alguno pensará que sería bueno recomponer aquellos tiempos en los que las tres grandes religiones monoteístas se daban relevos en Al Andalus para llevar las cosas en paz, y como Dios manda. Son las consecuencias del pensamiento Disney, el buenismo, y unas cuantas décadas de tonterías escuchadas en las aulas de los institutos.
No creo en las buenas intenciones. Es más, cuando una carta lleva una carga de buen rollito tan pesada como la que han escrito al Papa me pongo suspicaz. Los musulmanes españoles tienen una otunidad única de ganar credibilidad: que pidan a los países musulmanes una libertad religiosa recíproca a la que ellos disfrutan en España.
Veinte millones de católicos en el mundo sufren persecución. Las más graves situaciones se dan en Irak, en Líbano, en Siria, en Jordania, y sobre todo en Sudán, donde desde hace décadas la minoría católica sufre las consecuencias de una guerra que sólo busca su exterminio. Mientras no reclamen que eso cambie, pensaremos con justicia que se trata splemente de recuperar el tiempo en el que en Córdoba, sólo se rezaba a Alá.
ARTÍCULOS ANTERIORES:





















