El pasado 30 de diciembre dos hombres desaparecieron tras la terrible explosión provocada una furgoneta bomba colocada en la T4 del aeropuerto de Barajas en Madrid. Se trata de los ecuatorianos Diego Armando Estacio y Carlos Alonso Palate, que descansaban en sus coches aquella mañana.
El pasado 30 de diciembre dos hombres desaparecieron tras la terrible explosión provocada una furgoneta bomba colocada en
Debido a la situación política en la que se suceden estos hechos, el país entero se ha pronunciado en denuncia a la postura del Gobierno, que pretendía conseguir un acuerdo de paz con la ilegalizada Batasuna.
Prensa y ciudadanos se han situado políticamente ante esta masacre, cuando la vida de los dos ecuatorianos fallecidos es mucho más que una propaganda, y en ocasiones nos olvidamos de sus nombres.
Diego Armando Estacio y Carlos Alonso Palate se encuentran en paradero desconocido desde que ETA hizo estallar un coche bomba cerca de sus automóviles, donde supuestamente se encontraban descansando el pasado 30 de diciembre.
Los familiares de las víctas visitaron ayer la zona de la explosión donde supuestamente se encuentran los restos de sus familiares, acompañados el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, quien siguió los consejos de los psicólogos para ofrecer un pequeño apoyo en estos trágicos momentos.
En declaraciones posteriores a la prensa, Rubalcaba aseguró que los bomberos están trabajando “al máxo ritmo compatible con el hecho de que puede haber personas con vida” aunque indicó que la esperanza de encontrar vivos los dos desaparecidos tras el atentado del pasado sábado es “remotísa”.
El tavoz socialista en
Es cierto que las dos últas víctas formaban parte de los 800.000 inmigrantes que conviven en nuestra comunidad, también se suman a la larga lista de víctas del terrorismo que desde hace 40 años se incrementa en nuestro país, pero no olvidemos que no son un número, no son una estadística ni una causa de conflicto político, son dos vidas.









