Veintidós años al frente de la Comunicación de la Iglesia Católica dan para mucho, máxe cuando tu ‘jefe’ es una persona tan carismática como Juan Pablo II. Sin embargo, Joaquín Navarro Valls decidió emprender un nuevo camino profesional cuando falleció el papa polaco, aunque se mantuvo en su puesto durante los preros compases del pontificado de Benedicto XVI. Seis meses después de abandonar el cargo, se acaba de comprometer con su otra gran pasión, la enseñanza, al pasar a formar parte del Consejo Asesor de Campus BioMédico de Roma.
Hace año y medio, Joaquín Navarro Valls recibía en el Hotel Wellington de Madrid la C de Oro de la Comunicación, máxo galardón que otorga el Club de la Comunicación como reconociento a la atación personal o colectiva a tan apasionante ciencia. En dicha ceremonia, en la que estaba rodeado de compañeros y de viejos amigos, el aquel entonces director de la oficina de prensa de El Vaticano dejó entrever que su etapa había finalizado, si bien ‘¿Cómo se le puede decir que no a un Papa?’, en referencia al expreso deseo del sucesor de Juan Pablo II, Benedicto XVI.
En el mismo acto, este cartagenero de setenta años puso de manifiesto su pasión la docencia, y especialmente la filosofía, lo que hacía presagiar un vuelco en su desempeño profesional en un tiempo no muy lejano… concretamente un año y dos meses, coincidiendo con su nombramiento como presidente del Consejo Asesor de la Universidad Campus BioMédico de Roma.
Sin embargo, durarte el lapso de tiempo transcurrido entre su disión en julio y su nombramiento, este licenciado en medicina y periodismo no ha dejado de colaborar en los medios de comunicación, aunque fuera de manera esádica. De su paso la oficina de prensa de la Santa Sede destacar la puesta en marcha del archivo online en el que se puede consultar toda la información de los pontificados y datos sobre la institucionalidad de la Iglesia católica, así como la creación de un boletín diario con información de la Institución.
Gran admirador de Carol Wojtyla, alabó de éste su empeño rehacer prero y proponer después un lenguaje adecuado a la temática humana, así como la doctrina de transparencia informativa puesta Juan Pablo II, una política que siguió hasta sus últos días, incluso durante la grave enfermedad que acabó con su vida.
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