Luis Palacios es presidente de la Fundación Retina España. Cuenta que entre 1.5 y dos millones de españoles forman parte de lo que ellos denominan ‘pacientes de baja visión’, algunos de ellos con problemas que ya se pueden considerar graves. Ante el desconociento de la población frente a las patologías oculares, la Fundación ‘aplaude’ cualquier esfuerzo parte de las Autoridades Sanitarias. Durante el 82 Congreso de la Sociedad Española de Oftalmología celebrado en A Coruña se presentó un nuevo fármaco ya probado en otros países, ‘magnifica noticia’. Luis Palacios es presidente de la Fundación Retina España. Cuenta que entre 1.5 y dos millones de españoles forman parte de lo que ellos denominan ‘pacientes de baja visión’, algunos de ellos con problemas que ya se pueden considerar graves. Ante el desconociento de la población frente a las patologías oculares, la Fundación ‘aplaude’ cualquier esfuerzo parte de las Autoridades Sanitarias. Durante el 82 Congreso de la Sociedad Española de Oftalmología celebrado en A Coruña se presentó un nuevo fármaco ya probado en otros países, ‘magnifica noticia’.
Entre millón y medio y dos millones de españoles formamos parte de lo que denominamos pacientes de ‘baja visión’, y una gran parte de ellos padecemos problemas graves que pueden degenerar en la nula visión, en la ceguera. Por ello, los pacientes venos reclamando a las autoridades sanitarias y a la industria farmacéutica un mayor esfuerzo investigador que ate luz a este colectivo que, no olvidemos, supone una tante carga económica al Estado la incapacidad que registra. En nuestro colectivo sí que se puede decir que el desarrollo de nuevas terapias supone una magnífica noticia, prero para nosotros, pero también para las arcas de la Seguridad Social.
Hay un problema añadido: el desconociento que la población general tiene de las patologías oculares. Ese desconociento, que se traduce habitualmente en derrotismo, ocasiona daños irrecuperables en la población adulta. Siempre aplaudiremos cualquier esfuerzo, venga de donde venga, que favorezca la prevención, diagnóstico y tratamiento de los problemas de visión. Pero no a cualquier precio.
Y digo esto que estamos asistiendo preocupados a ciertas prácticas que podría definir como peligrosas. Recientemente se ha celebrado en La Coruña el 82 Congreso de la Sociedad Española de Oftalmología, y uno de los temas estrella fue la Degeneración Macular Asociada a la Edad (DMAE), enfermedad que afecta a alrededor de 45.000 personas a día de hoy, y que se prevé que crecerá hasta las 60.000 dentro de diez años.
Aplaudos entonces la buena noticia de la llegada a España de un nuevo medicamento que ya ha demostrado su eficacia en otros países de nuestro entorno occidental. Eficaz y seguro puesto que los estudios revelan que es capaz de frenar el progreso de la enfermedad, al actuar sobre la patología de la enfermedad, sin afectar a los procesos fisiológicos de la retina. Magnífica noticia. Además, se anunciaba también la próxa llegada en unos pocos meses de otro producto que también puede ser realmente eficaz. Hasta aquí, buenas noticias ya que ambos tienen o están en trámite de conseguir el visto bueno de las autoridades sanitarias.
Sin embargo y sorprendentemente, leímos como algunos especialistas apostaban tratar la DMAE con un fármaco denominado bevacizumab, que actualmente no está indicado para esta enfermedad, y ni tan siquiera ha sido sometido a los estudios clínicos mínos que exigen las autoridades sanitarias europeas para poder ostentar esta indicación. Este es un hecho muy grave, no sólo que no existe dato estandarizado alguno que nos permita corroborar que este fármaco es realmente eficaz para esta enfermedad, sino que, y esto es aún peor, no se dispone de ningún dato que garantice que su administración medio de una inyección intravítrea cumple con los requisitos mínos de seguridad. Esta medicina está autorizada para el cáncer ¿ qué las Autoridades Sanitarias permiten que se experente con enfermos oculares?
No nos corresponde ni afirmar ni negar la calidad, eficacia o seguridad de este producto cuando se utiliza para las patologías en las que está indicado. Diría incluso que, ojalá, sea bueno para el tratamiento de la DMAE. Pero eso hay que demostrarlo y el Sistema Sanitario tiene articulados unos requisitos para que, además, sea seguro. Hoy hoy, nada lo autoriza. Desconocemos qué hay detrás de esta práctica irresponsable, pero las autoridades sí deben conocerlo y actuar en consecuencia.










