Estábamos en lo del cordón sanitario (Luppi dixit) y en estas llegó el Supremo a tender una de esas líneas rojas que, entre eufemismos, el poder político, es decir el ejecutivo, no se atreve a tender. Los cordones son como esas bandas de plástico con el marchamo del ayuntamiento que se ponen alrededor de un cadáver en las pelis de polis. CSI está llena de cordones. Se trazan para evitar que la chusma con sus pisadas y su curiosidad lo toque todo, lo manosee, y las pruebas se esfumen en una orgía de huellas inidentificables.
Luppi aspiraba a eso: a que no se contaminaran, a que en caso de que se presentaran, quedara claro la fuerza de cada cual, y se pudiera pasar lista. Lo suyo es el apartheid, como demostró. Al supremo le ha bastado una lectura literal de la ley, y una interpretación clara del espíritu del legislador, para aplicar a los satélites de Eta el adjetivo de terroristas. Unas horas después, los que se dan abrazos con el PNV, los secuaces de Pachi López, protestan incómodos la aplicación de la norma. Hubieran preferido un terreno flexible, un suelo muelle, un bosque de palmeras en el que confundir los pistoleros con hombres de paz, o un cañaveral, donde las lanzas se hacen cañas, y podemos seguir avanzando sin caer en las trampas de las togas.
A este gobierno le gusta el estilo de los cordones, tanto que ha puesto la calle como uno de esos laberintos los que hay que cruzar con cuidado de no tocar cuerdas que no son nuestras y que litan nuestros movientos. Pero a esta nación no le gustan las restricciones de capa. Que se lo pregunten a Esquilache. Este fin de semana los picoletos, los que tienen que poner contra las cuerdas a los terroristas, han tendido sus uniformes en los cordones del gobierno, y se han echado a la calle con tricornio y todo.
Sería mejor, en bien de todos, que comenzaran a desmantelar tanta zona excluida, y dejaran que las líneas rojas las trace la policía judicial. Y de paso que no llaman a la unidad mientras insultan al que llaman. Ayer se paso la mañana María Teresa diciendo algo así como: ‘¡Ven a dialogar, infame, que eres un infame!’ Le echó cordones, pero lo que hacen falta son cables.
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