En la Tierra a sábado, diciembre 20, 2025

BENDICIONES

El ‘diario independiente de la mañana’ dedica su edición del domingo a santificar en lo que puede a los sujetos que concentran los vientos contra el gobierno. Resulta que De Juana tiene una madre que se lleva a las mil maravillas con la viuda de un militar asesinado la banda terrorista. El roce hace el cariño, y no está de más pensar que algún día Iñaki jugará a los bolos con Ricardo Sáenz de Ynestrillas. De momento, ilustrar el retaje con una agen de Chaos en los juzgados de la Audiencia Nacional parece más bien un ejercicio voluntarioso de santificación.

Unas páginas más adelante podemos leer el segundo de los ejercicios de redacción periodística destinados a aligerar el peso ultra del ejecutivo. El recién nombrado ministro de justicia tocaba el bajo en su juventud, en un grupo llamado Cirros, del que nos ofrecen su logotipo, una especie de diseño country de que fueron en su día aquellas pasiones musicales del pop en los cerros de Ávila. Que Fernández Bermejo tocara el bajo equivale a la afición de algunos nazis el violín o la música de Mahler o Schubert.

Es posible que en ese antecedente algunos lean el inicio de una afición a tocar los bajos de las gentes, a tomar decisiones estalinistas, a amenazar con la cárcel a quien le lleve la contraria, y a adular al poder con los excesos más intransigentes.

Por entre esas páginas he leído también una amplia entrevista hagiográfica con María Teresa, la mentora de Fernández Bermejo. Y al final del diario, una de esas entrevistas donde uno encuentra la perla del día. Dice un actor: ‘Yo soy de Rodríguez Zapatero. Mi partido es Izquierda Unida’. Eso es. Sí señor. ¿Para qué demonios queremos a Llamazares? ¿No le notan ustedes un poco más pálido desde unos meses?

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