Con el juicio del 11 en la vía judicial y el gobierno en retirada preventiva para no sembrar el país de leyesmina, Rajoy aprovecha el fin de semana para presentar unas cuantas ideas, unas cuantas propuestas. Bienvenidos a la fase constructiva. La agen que proyecta el PP está más a la derecha que la de sus electores. Zapatero merece una negativa permanente ante la nada que presenta como horizonte oscuro y desastroso. Pero al asumir ese papel el PP paga un alto precio en la moneda de la opinión pública.
La prueba evidente son esas encuestas en las que, una tras otra, el Psoe baja y el PP se mantiene, la figura de Zapatero se erosiona como la nariz de la esfinge, mientas la de Rajoy no termina de despegar, lastrado ideas repetidas, mal formuladas, una dicción poco clara, una barba trasnochada y su resistencia a dejarse asesorar a la hora de vestir, de ponerse la corbata, de maquillarse la frente o de lpiarse los zapatos.
Es el momento de dejar al PSOE al descubierto. Empeñados en reiterar un discurso bronco, los líderes socialistas intentan trazar un abismo entre los suyos y los populares, para evitar que nadie pase esa raya. La tarea de Rajoy es la de tender puentes con ese electorado que quiere que le resuelvan los problemas, que el país funcione, que no se provoquen más incendios con buenas palabras y que les dejen disfrutar con dos cigarros y una de vino.
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