Cuando se habla de un político lo prero que a un ciudadano de ‘a pie’ se le viene a la cabeza es la idea de un ‘ente’ superior que se mueve en una densión paralela, sin embargo, aunque parezca mentira, son personas normales y corrientes con una vida y una familia, aficiones y problemas como todo el mundo. Salvo casos muy determinados, en España, a diferencia de otros países europeos como Reino Unido o Italia, la vida de nuestros dirigentes es un auténtico misterio para el electorado pese a que, en realidad, ataría mucha información acerca del perfil de cada candidato.
En este sentido, ejemplo, de la familia del presidente del Gobierno, José Luís Rodríguez Zapatero sabemos que a su mujer le gusta el submarinismo, cerró la piscina de la guardia civil para su uso personal, y cantar en una coral… frente a Ana Botella que cuando su marido, José María Aznar era presidente estaba hasta en la sopa pero poco más. ¿Y del resto?
Al parecer, Esperanza Aguirre goza del aprecio de todos los veterinarios equinos de la zona noroeste que hablan de ella como una mujer cariñosa, agradable, atenta y amante de los anales. De Rafael Sancas, casado y con hijo pequeño, era aficionado al breakdance y de hecho, en ocasiones y en determinadas reuniones familiares todavía se hecha unos bailes.
¿Pero qué pasa con los candidatos al Ayuntamiento de Madrid? el actual alcalde, Alberto RuizGallardón, sagitario, cuatro hijos, aunque está casado poco se sabe de su mujer. De hecho, el 88% de los madrileños encuestados PRMadrid asegura no haber visto jamás a la propia del alcalde en ningún acto oficial. Al parecer, es poco amiga del mundo de la política y prefiere mantener un discreto segundo plano para evitar posibles habladurías incómodas.
Con todo, el que se lleva la palma en esto de la discreción es el candidato socialista al Ayuntamiento de Madrid. Miguel Sebastián llegó siendo un desconocido y lo sigue siendo en todas sus facetas. Da la sensación de que nuestros políticos al llegar al consistorio madrileño dejan de lado su vida anterior como si no existiera, lo hemos visto con Gallardón y los estamos viendo con Sebastián. ¿No se sentirían más a gusto los madrileños sabiendo que sus futuros representantes son personas normales y corrientes, con una vida, con amores y desamores y con los problemas de cualquier otro ciudadano?
¿Por qué la pareja de un posible alcalde no le acompaña en los actos para darle ános igual que hacen en otros casos? Bien es sabido entre los círculos informativos que Miguel Sebastián comparte su vida con un hombre desde hace ya algún tiempo. De hecho, gracias a la Ley que aprobó su partido se podría casar si quisiera mañana mismo y esta ha sido una de las banderas del PSOE en los últos cuatro años. ¿Por qué entonces no decirlo al igual que Pedro Zerolo?
En definitiva, conocer como es la vida de las personas destinadas a gobernarnos ayudaría y mucho a acercar a los políticos a la ciudadanía y, en consecuencia, contribuiría a restaurar la mala agen que un político el sple hecho de serlo tiene entre las personas a las que representa.
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