Me niego a hablar de De Juana Chaos. Y me niego que ya no hay nada que hacer, el Gobierno se ha bajado una vez más los pantalones frente a la banda terrorista y ha puesto al descubierto todas sus vergüenzas. Zapatero nos ha mostrado la cara más miserable de la especie humana y yo no voy a darle la satisfacción de obtener publicidad gratuita a ‘su obra de buen samaritano’. El daño está hecho y si, señor Ybarra, no le han dejado morir y aún así se ha convertido en un héroe.
Como no voy a hablar de este asesino ni de sus bufones en el Gobierno, la otra noticia que llena hoy las páginas de los periódicos es el bochornoso incidente en el Ruiz de Lopera que pone una vez más de manifiesto la creciente violencia que provoca el dete entre las hinchadas, muchas veces alentados los propios presidentes de los clubes que buscan en sus ultras el apoyo y la constatación de sus declaraciones contra el rival.
Sevilla llegó calentita anoche al derby de los octavos de final de la Copa del Rey, lo hizo como una olla a presión a punto de estallar y estalló. Un botellazo directo a la cabeza de Juande Ramos provocó la suspensión del partido y la evacuación del técnico sevillista inconsciente del estadio. Pero no contentos con tan magno incidente, un grupo de desgraciados arremetieron contra la ambulancia encargada de trasladar al entrenador al hospital.
Plus de peligrosidad para jugadores, preparadores, entrenadores y familias normales que quieren disfrutar de las grandezas del dete sin tener que llevar al campo paraguas para la lluvia de artículos, a cual más curioso y sino que se lo digan a Roberto Carlos en el ‘Campo Nuevo’ con la famosa cabeza de cerdo, que caen desde las alturas con la intención de descalabrar a algún jugador. ¿Pero que está pasando? ¡Empezamos a estar todos para encerrar!
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