En la televisión parece que últamente vale más un programa ‘secuestrado’ judicialmente que un retaje realizado con normalidad. Así al menos parece que Telecinco está sacando rentabilidad a algunos de sus trabajos de investigación periodística. Un juez prohibió a Telecinco repetir anoche el retaje sobre una guardería cerrada en Madrid, tras lo cual la cadena de Fuencarral no ha tardado en hacer un llamamiento a libertad de expresión. Ya pasó algo silar con la emisión de un retaje sobre Lola Flores.
Según anunciaba Telecinco a las 00.20 horas de esta madrugada a través de un pantallazo de estos con el fondo negro y las letras blancas un juez había suspendido hacía breves instantes, de manera cautelar, ‘Diario de… maltrato a una guardería’. Telecinco acataba esta decisión pero consideraba que ‘vulnera la libertad de expresión’. En el retaje, según Telecinco, se denunciaba la pasividad de los poderes públicos. Al no poder emitir el documental, Telecinco se vio obligado a cubrir esta franja con dos capítulos más de la serie Aída. Esta pantalla apareció dos veces durante el prer capítulo (al empezar y durante un intermedio).
Lo curioso es que este retaje vendría siendo una repetición de un ya retaje emitido. Ayer la tarde, un juez solicitó la grabación del programa a la cadena a instancias del ministerio fiscal, que pidió que no se volviera a emitir el espacio, exhibido el martes la noche en Telecinco. Una vez visionado, envió una orden judicial para prohibir cautelarmente su emisión puesto que considera que la denuncia ya ha sido realizada y que la redifusión del espacio puede hacer revivir a los niños y sus familias situaciones duras.
No es prera vez que Telecinco se ha visto involucrado en una situación de este tipo. Hace unos meses un juez prohibió la emisión de un retaje comprometer sobre Lola Flores. El caso es que la cadena de Fuencarral rentabilizó de gran manera la suspensión, obteniendo records de audiencia en las tertulias que se referían al caso y en la posterior emisión del programa, tres semanas después. Siempre, eso sí, apelando a la libertad de expresión.
Y es que n la televisión parece que últamente vale más un programa ‘secuestrado’ judicialmente que un retaje realizado con normalidad. Las audiencias son placables y parece que las teles han encontrado un nuevo filón y gancho para atraer a sus espectadores.
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