En los últos días hemos podido leer en la
El pasado 22 de enero, Citigroup presionó a Todd Thompson a presentar su disión. Parece que la gota que colmó el vaso de una serie de despilfarros, fue un viaje que el pasado mes de noviembre, María Bartiromo hizo desde China a EE.UU. en el avión privado del banco. Por lo visto, para ubicar a “Money Honey” hubo que dejar en tierra a otros ejecutivos del banco. Esto podría ser aceptable si Bartiromo hubiese volado con intención de publicar una noticia o con algún fin relacionado con su trabajo pero, parece que no fue así. La lista de atenciones de Thompson a Bartiromo también incluye un patrocinio de 5 millones de dólares para un programa sobre medioambiente en el que María hacía alguna a parición estelar.
La cabeza de turco en esta historia ha sido el banquero, puesto que la CNBC, canal de información financiera donde Bartiromo trabaja, ha lanzado varios comunicados defendiendo la profesionalidad de la periodista.
Bartiromo es una profesional prestigiosa a la que, además, acompaña un físico a lo Sofía Loren, pero al leer sobre esta historia creo que no debió de cursar una de las asignaturas obligatorias de periodismo: la deontología de la comunicación o ciencia de los deberes.
La relación que un periodista mantiene con sus fuentes se considera normalmente algo sagrado. El hecho de que algunos periodistas prefieran ir a la cárcel antes que revelar la fuente es buena prueba de ello.
Pero, aunque la relación con las fuentes sea de vital tancia, lo es más el deber periodístico de informar con objetividad y transparencia. De esta premisa viene mi crítica a la forma de actuar de Bartiromo. Si aceptas un patrocinio de 5 millones de dólares, viajes en el avión privado del banco y otro tipo de prebendas como fines de semana al Valle de Napa para probar Ferraris, parece humano que la objetividad pueda ir desapareciendo o tomando un efecto de sfumato para irse transformando progresivamente en una cobertura propagandística. De hecho, Bartiromo ya ocasionó un problema a
Aunque la cadena televisiva haya salido en defensa de su periodista y haya señalado que no va a investigar la relación de Bartiromo con Citigroup, me surge otra duda. ¿Cuán estrecha puede ser la relación entre el periodista y su fuente?
La cobertura que ha aparecido sobre el caso no lo explicita pero parece que haya podido existir una relación algo más que profesional, y esto restaría todavía más credibilidad a la información escrita sobre Citigroup.
Lucía Casanueva
directora de Portocarrero & Asociados