Lea las instrucciones de este medicamento y consulte al farmacéutico. ¿Quién no conoce esta famosa frase incluida en la pantalla azul que aparece al final de los anuncios de medicamentos como Aspirina, Bisolvón Antitusivo, supositorios Rovi… En algún momento de nuestras vidas hemos recurrido al farmacéutico más cercano y nos ha aconsejado la toma de alguno de estos medicamentos en cuyo cartonaje aparecen las siglas EFP y, aunque no sabíamos lo que significaba, sólo queríamos que nos paliara nuestras dolencias.
Los medicamentos denominados hasta ahora Especialidades Farmacéuticas Publicitarias (EFP) tienen una serie de características propias: están destinados a la prevención, alivio y tratamiento de dolencias leves que el ciudadano es capaz de distinguir sí mismo, no necesitan de una receta médica para su dispensación, pero tienen la misma calidad, seguridad y eficacia que los medicamentos de prescripción, su precio es libre, pueden hacer publicidad dirigida al público, están compuestos principios activos que deben estar incluidos en una lista positiva, etc.
Además, como todos los medicamentos son de venta exclusiva en las oficinas de farmacia y es muy tante el consejo que el farmacéutico nos ofrece a la hora de comprar uno de estos medicamentos, ya que este profesional nos orientará sobre la EFP más adecuada a la dolencia que presentamos, durante cuánto tiempo debemos tomarlo, en definitiva, sobre el uso correcto del medicamento.
Respecto a su autorización parte del Ministerio de Sanidad, se requiere la evaluación de un dossier silar al que se presenta para autorizar un medicamento de prescripción, con el que se debe acreditar su calidad, seguridad y eficacia. La diferencia es que la eficacia y la seguridad pueden, en EFP, ser acreditadas con bibliografía publicada del principio activo para la dosis, forma farmacéutica e indicación solicitada.
Para que un principio activo sea aceptado debe demostrar eficacia y seguridad en la indicación, dosis y forma farmacéutica propuesta; ser reforzado la situación internacional como medicamento sin receta; presentación de una propuesta de información para el profesional sanitario y para el paciente (prospecto); y presentación de material publicitario de otros países si es posible.
Los prospectos de las EFP, como los de cualquier medicamento, deben estar redactados de forma que resulten comprensibles los ciudadanos.
Para que un medicamento de prescripción pase a ser EFP lo prero que va a exigir el Ministerio de Sanidad es una amplia seguridad, de forma que su uso no requiera la intervención de un médico y, tanto, sea calificado como medicamento sin receta. Además, se le ponen una serie de condiciones como litación en la duración de tratamiento, dosis, grupos de edad a los que está dirigido… y siempre se insta a que si los síntomas empeoran o persisten, se ha de acudir al médico.
Actualmente, el farmacéutico dispone de un amplio número de medicamentos EFP para tratar esas dolencias leves que todos padecemos en algún momento como dolores de cabeza, gripe, acidez de estómago, irritaciones de la piel, diarreas, estreñiento, picaduras de insectos, etc.
Para obtener información de estos medicamentos existen tres fuentes muy tantes a tener en cuenta: la publicidad, el farmacéutico y el prospecto.
La publicidad nos da la información sobre los medicamentos que existen en el mercado para la dolencia menor que sufros en ese momento. En los anuncios se remite a la consulta al farmacéutico y a la lectura del prospecto.
El farmacéutico es el profesional sanitario que va a aconsejar acerca del medicamento más apropiado, así como de los datos esenciales del mismo en el momento de adquirirlo. Si de la información que ata el ciudadano, el farmacéutico deduce que la dolencia no es menor, le remitirá al médico.
El prospecto es donde está contenida toda la información necesaria para un uso correcto de estos medicamentos. Es fundamental conservarlo, dado que puede ser útil cada vez que utilicemos el fármaco.
Seguiremos informando..
