Ayer, en el Hotel Wellington Luis María Ansón presentaba el libro ‘Cinco litros de sangre’, del conocido cirujano Juan Abarca Campal. El libro autobiográfico esconde entre sus páginas las vivencias de este médico que decidió, según contaba ayer, dar paso a su faceta empresarial, cuando ya había realizado intervenciones a más de 10.000 personas. Y una de estas vivencias, que además fue glosada el propio Ansón y que dejó boquiabierto al respetable fue la apreciación de que ‘Franco murió una negligencia médica’. Hace treinta años, la técnica era la que era, y la medicina, gracias a la inversión de
Y dice Abarca en sus memorias que cuando vio que a Franco sólo se extirpó un tercio de su sangrante estómago, la solución habría sido extirparlo al cien cien. Y aquí, parece ser que sí funciona el aserto de que ‘la función hace el órgano’. Porque uniendo el píloro y el cardias, nuestro cuerpo es capaz de crear una ‘bolsa estomacal’ que es capaz de permitirnos vivir hasta que fallen otros de los motores necesarios para vivir. A Franco se le operó, se le cosió, se le hizo una putada monumental y se le dejo morir entre dolores… Y el bueno de Ansón, hablando de Don Juan, de Don Juan Carlos y de su paciencia dejó a las claras que la intervención del doctor Abarca podría haber cambiado el curso de nuestra historia.
En el otro lado,
Al Dr. Abarca, gracias este apasionante documento y a los cotillas invitarles a que vean Sanifax, donde se esconden las fotos de esta noticia.
