Unas 14.000 radios estadounidenses que emiten a través de Intet han puesto enmarcha una ‘jornada de silencio’ como protesta contra un tante incremento en los tes exigidos en concepto de derechos de autor, que entrará en vigor el 15 de julio. La idea ha partido del la organización SaveNetRadio, y se ha referido a ella como la ‘Jornada Nacional del silencio’. Mientras las radios estadounidenses protestan contra esta subida, en España se libra otra batalla desde hace varios meses…
Unas 14.000 radios estadounidenses que emiten a través de Intet han puesto enmarcha una ‘jornada de silencio’ como protesta contra un tante incremento en los tes exigidos en concepto de derechos de autor, que entrará en vigor el 15 de julio. La idea ha partido del la organización SaveNetRadio, y se ha referido a ella como la ‘Jornada Nacional del silencio’. Mientras las radios estadounidenses protestan contra esta subida, en España se libra otra batalla desde hace varios meses…
Las radios online, abanderadas esta asociación, parten de la idea de que la subida drástica y arbitraria de las tarifas amenaza la existencia de miles de emisoras todo el país y supone el peligro de que millones de personas que escuchan contenidos a través de la Red no puedan hacerlo. La normativa que, parte del Copyright Royalty Board, esta que las cantidades e materia de derechos de autor, se verán incrementadas para las radios online de unos 0,007 centavoa canción, a 0,019, lo que supone un incremento del 300% en el monto que pagaban estos derechos, en solamente cinco años.
Las radios americanas se ven amenazadas su organismo regulador de derechos de autor que puede acabar con su actividad en la Red. Aquí, en nuestro país, la mayor parte del sector audiovisual está amenazado otro organismo, la SGAE, Sociedad General de Autores y Editores y la nueva Ley de Propiedad Intelectual que entrará en vigor a partir de septiembre. Los fabricantes de aparatos reproductores, grabadores, de almacenamiento de datos, etc, han librado su particular batalla durante el prer trestre del 2007 sin llegar a un acuerdo con la Administración en torno al te con el que se iba a grabar estos aparatos.
Y es que la ley de 1992, refundida en 1996, establecía el pago de un canon para los sotes que permitían la copia de obras artísticas, como las cintas de cassette o de vídeo. La nueva ley pretende transponer a la legislación española la directiva europea sobre la Sociedad de la Información, y trasladar dicho canon a los sotes digitales, estableciendo que no sólo los CD y DVD vírgenes, sino las tarjetas de memoria, reproductores MP3, cualquier sistema de almacenamiento de archivos e incluso teléfonos móviles capaces de reproducir música, estarán sujetos al pago del canon.
Un canon, del que a pesar de repercutir en todo el sector tecnológico a quien perjudica en definitiva es al consumidor final. Pagarán mucho más cualquiera de estos aparatos, pero además tendrán menos derechos. Un usuario que en su compra, entrega un te extra, ‘ si acaso delinque’, y es que lo que las asociaciones de consumidores y de internautas han tachado de ‘ley el absurdo’, grava estos productos, como una medida de precaución.
Lo que ocurre es que aún no se ha llegado a un acuerdo. ‘Lo cual dista mucho de ser posible, pues cada actor plicado mira su propio interés’, como ya habían adelantado fuentes de ASIMELEC, la Asociación Multisectorial de Empresas de Electrónica.
No hay novedad del acuerdo sobre qué aparatos serán grabados o no, ya que es una de las tareas pendientes de Francisco Ros, el secretario de Estado de Telecomunicaciones y para la Sociedad de la Información, y aún no ha dado a conocer cómo se va aplicar esta tasa que pretende compensar a los autores las copias privadas de sus obras realizadas gracias a las tecnologías. Pero en el camino, los autores y creadores artísticos disfrutarán de un notable incremento en sus ganancias, según las cifras previstas la Sociedad General de Autores y Editores. Desde allí están tranquilos, ya que es una normativa que contó con el unáne apoyo de los partidos políticos en su aprobación, aunque en aquel momento IU ponía una débil discrepancia, diluida en el tiempo.
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