El pasado fin de semana comenzaban los exámenes para acceder a una de las codiciadas plazas para formar parte de la plantilla de RTVE. Una de nuestras lectoras ha querido compartir a modo de crónica lo que ella vivió.
El pasado fin de semana comenzaban los exámenes para acceder a una de las codiciadas plazas para formar parte de la plantilla de RTVE. Una de nuestras lectoras ha querido compartir a modo de crónica lo que ella vivió.
Leo en la pagina web de Recursos Humanos de la Coración de Radio Televisión Española: ‘se aconseja a los aspirantes a las categorías de Documentalista e Informador que se personen una hora y media antes de la citación a examen en el lugar de la convocatoria’. Muy bien. Obediente, a las cuatro de la tarde estoy clavada frente al IFEMA (Recinto ferial de Madrid), lugar donde van a tener lugar los exámenes para acceder a una plaza en la tan codiciada y deseada Radio Televisión Española.
Aún no he salido del metro que me lleva hasta IFEMA y ya me he encontrado con varios conocidos que van en mi misma dirección. La pregunta que me ronda en la cabeza: ¿qué hago yo aquí?
Arrastrada la multitud y embriagada una sensación mezcla de extrañeza, enajenación y mareo el cruce de varias conversaciones que penetran en mis oídos, de repente me veo inmersa en una enorme vorágine.
Cuatro y media. La visión es la siguiente: ante la puerta de entrada al pabellón 9 se ven unos cartelones que señalan, orden alfabético, el orden de entrada al recinto donde se va a celebrar el examen. Como zombis, cada uno se va colocando en una cola, según las indicaciones, y allí se espera pacientemente a que abran las puertas de acceso. A las cinco menos cuarto se abren las puertas y los que ocupamos los preros puestos (ingenuos de nosotros, no sabemos lo que nos espera) empezamos a acceder al recinto (no sin antes haber mostrado la documentación que nos permite realizar la prueba, osease, el DNI o silares).
Un señor muy amable me coge mi DNI, mira el carné, me mira a mí y me dice: ‘pase el pasillo central. Mucha suerte’. Levanto la cabeza y veo un montón de mesas (más bien eran unas ‘burrillas’ o patas plegables metálicas sobre unos tablones de madera) y sillas plegables de tiras de madera de estas que hay en las verbenas. Si no fuera que no había farolillos, hubiera parecido que estábamos en una macrocaseta de la feria de Sevilla.
En torno a las seis y media (y tras haberme tenido que mudar de sitio que la señora de la megafonía insistía en que teníamos que dejar un espacio libre entre dos candidatos cuando ya estábamos gran parte de los ‘opositores’ sentados) entraron los rezagados (los más listos, los que se ahorraron casi dos horas de tedio y dolor de trasero estar sentados todo ese tiempo).
Sobre las siete menos cuarto comienza (¡ fin!) el dichoso examen. Tenemos hora y media para hacerlo (mejor, cuanto antes salga de aquí, mucho mejor).100 preguntas tipo test. Un poco de todo: 11M, detes varios, alguna pregunta sobre cultura (escasas, la verdad) y no tanto como esperábamos sobre nombres de comisarios europeos, diputados y presidentes de coraciones varias. También alguna pregunta sobre la actualidad europea e internacional y algunas obligadas sobre leyes de televisión, o teoría de la información.
Tras sotar otra aglomeración a la salida del reciento, a las ocho y cuarto consigo salir. La opinión generalizada es que el examen había sido asequible, fácil. ¡Incluso alguno que otro dijo que había podido copiar! (a pesar de los numerosos controladores distribuidos todo el pabellón).
Ya en la puerta de salida, un hombre me ofrece una octavilla en la que ofertaban cursos para preparar las próxas oposiciones (¿me habría visto la cara de decepción?). Guardé el panfleto si acaso, aunque no creo que lo tenga que utilizar.
La presión general: demasiada gente para tan pocas plazas, como siempre. En la tele decían que había una plaza para cada 12 personas, 212 en total (aunque yo creo que eran muchas menos en proción). Habrá que esperar a los resultados pero bueno, lo menos aproveché la tarde para saludar a gente que, de otra forma, no creo que vaya a volver a ver. Bueno, a lo mejor sí, a lo mejor les oigo en Radio Nacional o les veo presentando el Telediario de Televisión Española. ¡Hay que jo… robarse!









