En la Tierra a viernes, diciembre 19, 2025

‘Narrativas del Enfermo’ por Rita Charón para el diario La Vanguardia

Por su interés, reproduciremos la sinopsis de los trabajos finalistas del Premio Reflexiones que la Fundación AstraZéneca y La Vanguardia han seleccionado para optar al mejor artículo de opinión en el ámbito sanitario

Narrativas del enfermo
Rita Charón
La Vanguardia

La medicina ha progresado muchíso en sus capacidades para diagnosticar y tratar la enfermedad biológica, pero sí sola una medicina competente en términos científicos no puede ayudar a un paciente a luchar contra la pérdida de la salud y a encontrar un sentido en la enfermedad y la muerte. Junto con su creciente competencia científica, los médicos necesitan la competencia de escuchar a sus pacientes, comprender lo mejor posible los padecientos de la enfermedad, honrar los significados de las historias que cuentan sus pacientes y conmoverse con lo que ven para poder actuar en beneficio de los pacientes.

Los médicos, enfermeros y trabajadores sociales han buscado ayuda en los ámbitos donde se entiende de narraciones, definidas éstas como historias con un narrador, un oyente, un curso temal, una trama y un tema. Los profesores de literatura, los novelistas, los contadores de cuentos y los pacientes que han escrito acerca de sus enfermedades se han convertido en colaboradores para enseñar a los profesionales de la salud de nuestros centros médicos las habilidades necesarias para escuchar las narraciones de la enfermedad, comprender lo que significan, llegar a interpretaciones densas y precisas de esas historias y aprehender la suerte de los pacientes en toda su complejidad. Son habilidades narrativas que permiten a una persona recibir y comprender las historias contadas otra persona. Sólo tras comprender hasta cierto punto aquello lo que atraviesa el paciente puede la atención médica proceder con humildad, honradez y respeto. Utilizo la expresión medicina narrativa para referirme a la medicina practicada con esas habilidades narrativas que permiten reconocer, asilar e interpretar las historias de enfermedad y ser conmovido ellas.

Me di cuenta hace años de que mi trabajo como internista suponía desarrollar las habilidades necesarias para asilar las múltiples y a menudo contradictorias historias de enfermedad de mis pacientes. Me di cuenta de que lo que mis pacientes me pedían era que escuchara de modo experto y extraordinario narraciones complejísas –contadas con palabras, gestos, silencios, rastreamientos, ágenes, pruebas de laboratorio y cambios corales– y que luego formara con todas esas historias algo con un sentido provisional, es decir, con suficiente sentido para actuar a partir de él. Lo que escuchaba y leía eran claves diagnósticas que ayudaban a identificar una fuente biológica o emocional de los síntomas del paciente, antecedentes autobiográficos que me ayudaran a entender quién era el tador de esos síntomas, así como motivos para las relaciones personales entre los dos que nos sentábamos en la pequeña habitación.

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