Una noche al año para disfrutar de la actividad cultural de Madrid, que ofrece una forma diferente de ocio nocturno a los más jóvenes, y que hace salir a la calle a gente de todas las edades a horas poco habituales. Esto es la Noche en blanco, que congregó el sábado a un millón y medio de personas.
Una noche al año para disfrutar de la actividad cultural de Madrid, que ofrece una forma diferente de ocio nocturno a los más jóvenes, y que hace salir a la calle a gente de todas las edades a horas poco habituales. Esto es la Noche en blanco, que congregó el sábado a un millón y medio de personas.
Las calles de Madrid estaban inundadas de gente y de cultura, y es que este año la oferta cultural fue mayor, y los asistentes superaron en medio millón a los del año pasado.
Pero el balance no es sólo positivo, algunos de los fallos de la noche fueron las interminables colas en el museo del Prado, el Thyssen y el Reina Sofía, en la Biblioteca Nacional, el Palacio Real o en el Estadio Santiago Bernabéu entre otros.
Además el transte público disponible fue insuficiente, los autobuses nocturnos no daban abasto, hubiese sido de gran utilidad abrir el metro toda la noche, teniendo en cuenta que la Noche en blanco coincidía con el día sin coches en Madrid.
Lo que más gustó fueron los espectáculos audiovisuales en plena calle, como la atmósfera de la Puerta de Alcalá y la iluminación del Edificio de Correos, y que los bares abrieran hasta las siete de la mañana en algunos casos.










