El cáncer de mama es una enfermedad que obliga a quien la vive a reflexionar en varias direcciones. En prer lugar, la experiencia de enfermar de cáncer supone un punto de inflexión en la propia historia vital y modifica la percepción que la persona afectada tiene sobre su propio cuerpo y su propia identidad. Pero la enfermedad es además un fenómeno que trasciende la esfera de lo privado, está inmerso en la dinámica social y tiene múltiples densiones.
Por tanto, resulta necesario profundizar en los retos colectivos que el cáncer de mama nos plantea hoy en día tanto a nivel sanitario como a nivel político y social.
Los retos de la atención sanitaria del cáncer de mama
Una resolución aprobada el 28 de mayo de 2003 el Parlamento Europeo sobre Cáncer de Mama en la Unión Europea pide que toda mujer que padezca cáncer de mama tenga derecho a ser tratada un equipo multidisciplinar e insta a los estados miembros a establecer centros multidisciplinares en los que se facilite a las pacientes asesoría oncopsicológica y apoyo psicoterapéutico, así como servicios sociales de fisioterapia. La resolución solicita también que se informe a toda mujer en un plazo de cinco días laborables del resultado del examen de detección o de los exámenes clínicos, que ninguna mujer con cáncer de mama deba esperar más de cuatro semanas hasta el comienzo del tratamiento y que los costes de pelucas y prótesis, así como de drenajes linfáticos en la fase posterior al tratamiento les sean reembolsados a las pacientes. En definitiva, se pide a los países miembros que consideren la lucha contra el cáncer de mama 'una prioridad de política sanitaria' cuyas estrategias sean realmente 'eficaces' en 'prevención, detección precoz, diagnóstico, tratamiento y examen posterior'.
En la actualidad, algunos de estas reclamaciones son afortunadamente ya una realidad, otras están en vías de desarrollo o plementación y otras constituyen tan sólo una declaración de buenas intenciones, mientras que pacientes y familiares comprueban a diario que algunos procesos y situaciones siguen siendo mejorables. Si bien se ha avanzado enormemente en los últos años en todos los niveles de la lucha contra el cáncer de mama, especialmente a nivel tecnológico y en investigación de nuevos tratamientos, todavía queda mucho hacer en cuanto a una mayor reducción de la mortalidad, articulación de una auténtica política de prevención, regulación medioambiental (aditivos químicos, radiaciones, alentos transgénicos), acceso igualitario de las mujeres a los sistemas de detección precoz, generalización de la técnica del ganglio centinela, de la fisioterapia y del apoyo psicológico, gratuidad de pelucas, mejora de los flujos de información médicopaciente o aumento de especialistas y de recursos en los hospitales públicos para acabar con la saturación y la deshumanización que afecta a los servicios de oncología.
Romper con la conspiración del silencio y del secreto
A nivel social, se hace necesario elevar la voz de las mujeres afectadas de cáncer de mama, sacar la enfermedad de los hospitales y de las casas de las pacientes, llevarla a la calle para que se conozca más y mejor, para desterrar los mitos y revisar los tabúes que todavía hoy contribuyen a la estigmatización de las mujeres que la padecen. Porque lo tante es que ninguna mujer sufra marginación social o discrinación laboral tener o haber tenido un cáncer de mama, que le falte un pecho, se le haya caído el pelo durante un tratamiento de quioterapia o tenga problemas de movilidad en el brazo operado.
La mala reputación del cáncer de mama, a menudo basada en falsos mitos y creencias o bien producto del desconociento y la ignorancia, aumenta el sufriento de las mujeres afectadas, las condena al aislamiento y deja el camino abierto a posibles discrinaciones. Como consecuencia del estigma que todavía hoy el cáncer de mama trae consigo, son muchas las mujeres que se ven obligadas a esconder su situación miedo a perder su trabajo o a ser relegadas profesionalmente.
De ahí que sea prescindible trabajar en todos los ámbitos necesarios (promoción de la educación en temas de salud en las escuelas e institutos, divulgación de una cultura médicocientífica de calidad en los medios de comunicación, etc.) para conseguir una sociedad bien informada y poseedora de una cierta cultura científica relacionada con los temas oncológicos, una sociedad que colabore de una forma más eficaz en los programas de detección precoz y en cuyo seno las mujeres con cáncer de mama puedan convivir con su enfermedad de una manera más natural y menos traumática.
Amelia Rodríguez
Periodista
Barcelona










