Existen varias vías para que un medicamento, que comercializan los laboratorios, acabe en una Oficina de Farmacia. Pueden estar incluidos en el Sistema Nacional de Salud (SNS) con lo cual el precio de venta lo fija la administración tras un proceso de negociaciones con la farmacéutica, y se establezcan las subvenciones del mismo.
Otra vía es que el propio laboratorio, tras cumplir la legislación vigente al respecto, pida que el medicamento sea una Especialidad Farmacéutica Publicitaria (EFP) y el precio sea el que marca el propio laboratorio.
Por últo, están los denominados EXO (Especialidad Excluida de la Oferta de la Seguridad Social) que no son EFP que no cumplen los criterios establecidos la ley para que sean reconocidos y posteriormente puestos en venta como tales medicamentos, y tampoco están incluidos en el SNS que la propia farmacéutica así lo establece como estrategia de comercialización.
Sin embargo, una adaptación del Real Decreto el que se regula el procediento de autorización, registro y condiciones de dispensación de los medicamentos de uso humano fabricados industrialmente, va a elinar estas distinciones dejando solamente dos grandes grupos de medicamentos; los que están sujetos a prescripción médica y los que no están sujetos a ella.
En cualquier caso, un mismo principio activo puede estar formando parte de diferentes caracteres administrativos, dependiendo de diversos factores como pueden ser los objetivos comerciales de los propios laboratorios hasta las condiciones de uso legalmente establecidas para los diferentes medicamentos.
