Las tecnologías menos contaminantes llegan, como no podía ser de otro modo, también al transte público que, financiado desde los ayuntamientos, debería cundir como ejemplo a las iniciativas privadas. Este es el caso de Madrid, que contará, desde principios de 2008, con una flotilla de 20 miniautobuses eléctricos, capacitados para transitar las calles más estrechas. Uno de estos vehículos (de los que ya han llegado cuatro a la capital) fue probado ayer el alcalde, Alberto Ruiz Gallardón, que viajó en él desde Cibeles a Colón.
Ahora bien, en una ciudad como la capital, donde todos los días se producen kilómetros y kilómetros de retenciones en hora punta, cabría pensar en la necesidad de valorar algunas variables más, además de la estrictamente ecológica. Los nuevos microbuses, con una capacidad prevista de siete pasajeros, podrán alcanzar la velocidad de 37 kilómetros hora, según declaró el alcalde ayer durante el recorrido de prueba.
Teniendo en cuenta que la velocidad media de los coches que circulan el centro de Madrid ronda los 60 kilómetros hora (en el mejor de los casos y salvo que estén parados el atasco), ¿ayudará o será contraproducente la circulación de un vehículo a la mitad de velocidad? Por otro lado, ¿qué función real puede tener un medio de transte que en cada viaje sólo puede llevar en su interior a siete personas?.
Bien es verdad que es poco probable que podamos ver a los nuevos minibuses circulando la Castellana, y que para ellos es probable que se creen dos líneas nuevas. Además, a su favor también cuenta que las baterías que utilizarán serán del mismo tipo que las que tienen los mismos autobuses que circulan las calles de Roma, aunque mejoradas, ya que aquellas son de plomo, mientras que las nuevas serán de litio.
En definitiva, una vez más Madrid se sitúa a la vanguardia de las actuaciones contra la contaminación y pro ecología, al menos, en teoría. Para comprobar la atación práctica de la nueva iniciativa tendremos que esperar, al menos, hasta febrero próxo…
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