Como en las corridas de toros, ceremonia democrática que diría Ortega, el tendido siete no traga. Después de lo visto, no aceptan el consenso. ¿Hasta dónde han llegado los platos rotos de la vajilla nacional durante esta legislatura? Mucho más allá de lo que es evidente. Ahora que se trata de recomponer el consenso, el público sabe que esto es un teatro y que hay quien actúa para evitar males mayores, como si hubiera algo peor que perder la vida, es decir perder el poder.
Paso la mañana con Vitali Shentalinski, que ha venido a Madrid para presentar el tercer libro de su investigación en los archivos del KGB. Su obra son tres tomos, tres, con la reconstrucción de la vida, la muerte, la grandeza o la vileza de los escritores rusos aplastados la bota estalinista. Para la izquierda occidental no deja de ser una anécdota, un olvido, algo que no conviene recordar. Dice Shentalinski que quince años manejando esos archivos le han ampliado la densión de lo humano: ‘el hombre puede ser mucho peor de lo que aginamos, pero también mucho mejor'.
Aquí con Eta también hemos ampliado nuestro ángulo de lo que es humano. Cabe esperar tanto que Eta volverá a escupir fuego. Lo que no sabemos es si de una vez todas los que gobiernan serán capaces de un gesto de grandeza. ¿Cuál? Ilegalizar ANV, retirar la resolución del Congreso, la que abrió la negociación con Eta, volver al pacto de las libertades, y hacer que los asesinos cumplan las condenas íntegras. Sólo así se evitará una división de opiniones tan áspera como la que hemos visto en las últas horas.










