En la Tierra a sábado, diciembre 20, 2025

‘Las exigencias del Reglamento están muy conectadas con la naturaleza del negocio’

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La plena vigencia del Reglamento de Seguros Privados ha planteado al sector varios desafíos, como la reorganización interna de las compañías y mayores controles. Esta modificación ‘sustancial' de la norma supone, según el economista y actuario Bernardo Tahoces, miembro del Instituto de Censores Jurados de Cuentas de España, contar con una legislación puntera y más garantías a los asegurados.

 

Comparativamente, ¿cuáles son las ventajas que introducen las modificaciones al RD 239/2007?

No tiene sentido hablar de ventajas. Es una regulación legal que nos acerca a los países más punteros, regula una serie de aspectos que antes se dejaban al albur de cada compañía y pone una serie de controles desde el punto de vista actuarial, contable y legal, que son más rigurosos y perfeccionados que los anteriores. Pero yo no diría que hay más ventajas o desventajas.

Se trata, más bien, de mejoras, ¿no?

Es una evolución, una modernización. Sobre todo en aspectos de controles internos, de exigencias de tipo contable y técnicoactuarial, en las que ha profundizado más que antes.

¿Hay algunos aspectos en los que la versión anterior era mejor que la actual?

No. El mundo del seguro, al igual que el sector financiero o bancario, evoluciona muy rápidamente. Se crean nuevos productos y se plantean nuevas necesidades parte de la sociedad y de los propios asegurados. Y hay que estar al día para ponerse de acuerdo con ese moviento del sector, que es muy dinámico.

¿Qué efectos tiene su aplicación en la actividad de los auditores?

Aunque es una modificación al reglamento, ésta es muy sustancial, lo que podemos decir que es un nuevo reglamento que tiene aspectos que afectan a los técnicos en contabilidad, en administración, a los auditores de cuentas y a los actuarios. Exige que las empresas pongan en marcha una serie de controles y medidas administrativas y contables que les obligará a una cierta reorganización, sobre todo en empresas de tamaño medio.

Desde el punto de vista de los auditores, establece un fuerte control interno y una serie de requisitos obligatorios. De hecho, yo tengo noticia de que la Dirección General de Seguros y Fondos de Pensiones ha empezado ya a inspeccionar que se cumpla esta nueva regulación.

¿Se puede decir que estas exigencias sobrecargan de alguna manera a las aseguradoras?

Cuando hay más requisitos se necesita una mayor dedicación. Pero no son exigencias que sean aginarias, sino que realmente están muy conectadas con la naturaleza del negocio y lo que hacen es perfeccionar, un lado, el propio funcionamiento de las compañías y, otro, dar una garantía frente a los asegurados, a terceros y a los poderes públicos.

Entonces, no hay un control excesivo sobre las actividades de las compañías de seguros…

No. Por ejemplo, en los temas contables convierte el libro mayor, que normalmente no es oficial ni es un libro que se suele exigir parte de la inspección, en un libro oficial. Por tanto, ahora hay que legalizarlo y justificarlo de forma que se pueda exhibir y comprobar que cumple con la legislación de seguros. Por otro lado, crea nuevos libros auxiliares y otros, ya existentes, los renueva y los mejora.

Desde el punto de vista del control, establece controles internos para las compañías de seguros que nosotros, los auditores, ya estamos acostumbrados a verlos en otras entidades de sectores diferentes. Ahora son obligatorios y, además, plica en su formalización y su organización no sólo al personal de la empresa, sino a la propia dirección y hasta al Consejo de Administración. Lo hace con rigor. No solamente va al fondo de los temas, sino también tiene en cuenta las formas.

Entonces, da mayor transparencia y sitúa al seguro a la altura de otros sectores…

Sí, contribuye a que el sector esté mejor controlado, a que tenga que perfilar más las operaciones y los productos que pone a disposición del público, de forma que la inspección pueda controlar mejor que no ocurran cosas que nadie desea. Este sector es especialmente delicado que hay que tener en cuenta que el negocio del seguro, al contrario que la mayoría de las industrias o comercios, se cobra adelantado. La pra se cobra al principio del periodo y luego se va consumiendo a lo largo del tiempo. Por otra parte, es de los servicio denominados ‘invisibles', que se da una garantía, una cobertura. Si no se produce el hecho que se cubre, la compañía no tiene que indemnizar y lo único que se ha hecho ha sido pagar una garantía para caso de que ocurra. Esto le da un carácter muy especial.

¿Podríamos llevarnos una sorpresa con la desaparición de alguna entidad no estar a la altura?

No lo creo. El reglamento, que ya ha empezado a entrar en vigor de forma sucesiva, no supone algo posible de cumplir. Las compañías pueden cumplir con lo que exige. Han tenido que tomar acciones y decisiones, reorganizándose, han tenido que estar vigilantes el propio consejo de administración de las sociedades, la propia dirección. Y han establecido cargos responsables en la forma en que el Real Decreto lo indica, además de una independencia de funciones de control que se lleva exigiendo así desde hace años parte de los auditores.

¿Cómo repercutirá en el ciudadano de a pie que contrata una póliza?

Todos sabemos y tenemos en la mente muchas entidades aseguradoras que han dado sorpresas y que no han cumplido aquello lo que se le ha pagado y, después, han sido disueltas. Desde aquellos antiguos Previsores del Porvenir, de hace muchos años, que era el nombre que tenía aquella especie de instrumento de cobertura, hasta la actualidad, siempre ha habido problemas. Por eso, en España se ha creado un organismo dentro del Ministerio de Economía que incluso está encargado de liquidar las compañías de seguros que no cumplen con los requisitos.

Como cobran adelantado, la Ley les exige que ese dinero, que se va a ir consumiendo a lo largo del periodo, lo inviertan con una cierta rentabilidad pero con seguridad. En eso intervenos mucho los actuarios. Esto da más garantías a terceros y a los asegurados para que no se lleven una sorpresa el día que necesiten que le indemnice el hecho el que le han estado pagando y se encuentre con que la compañía esté sin liquidez o sin estabilidad.

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