En épocas convulsas, lo que manda es la audiencia. En ese plebiscito cotidiano que son las mediciones de Sofres, o los datos del EGM, nos anuncian grandes cambios en el Olpo de la Radio. Es un mal día para Federico Jénez Losantos. Herrera le pasa, y pierde la segunda posición. Algunos van a hacer sangre, como si esto fuera un San Martín. Dirán que ha sido vícta de sus propios excesos, y será verdad, pero más cierto es que el EGM habrá premiado la crítica desde la moderación, la dosis alquímica de información y opinión, el buen tono, y el humor, el de verdad, y no el propio de una taberna donde el vinazo dicta el grado alcohólico y la mala digestión de las cas a la brasa. El talento de Herrera ha jugado en contra de Federico.
Por otra parte, y de lo que sé a la hora de cerrar esta edición, que dicen los periódicos, aunque en Intet no hay cierre, ni horario de prensas, ni distribución, hay otra radio que se queda en paños menores, hundida en la miseria, sin proyecto ni rumbo. Al comienzo de la temada se decía entre algunos analistas arrojados de la radio pública, ¿a las tinieblas?, qué va, al lbo, o directos al paraíso que RNE no tenía proyecto, ni dirección (¿sabe alguien quién es el director de la radio estatal?). Y cuando no tienes rumbo no hay manera de llegar a ninguna parte. Así estamos. Algunos buenos profesionales, que los tiene, fueron apartados con pretextos ideológicos. Medraron los mediocres, los bermejos de corazón, ideología o DNI, y aquí está el resultado. Tomaron la radio y dijeron que iba a ser la de todos. Y no cuela. Hoy no es la de nadie.
Fernández, el de la recalificación entregada a un amiguete, tiene un problema: resucitar a un muerto. Pero los milagros tienen una condición: que tengas fe. Y no es el caso.









