Comité de Sabios o como quieran llamarlo, pero parece que en algunos saraos navideños hay entrada o espacio exclusivo para los consagrados de los medios, para los grandes plumillas de la profesión. Evitando los nombres que, supuesto, todos los sabemos, resulta que para algunas empresas existen periodistas y periodistas. Sí señor. Aquel que tiene canillas en su pelo o ausencia del mismo, barba de corresponsal de 30 guerras o demás menesteres para Sanofi Aventis tienen un don especial.
Por eso, en su habitual y tradicional comida navideña unos tenían sitio guardado en la gran mesa (asemejada, guardando las distancias, a la cena de los apóstoles) y otros, intentaban como fuese ver alguna cara conocida para sentarse en lugares adyacentes. Por eso, en el privilegiado sitio solo podían sentarse los cracks, daba igual la hora de llegada; si eres de los elegidos vas a estar en la cresta.
La buena disposición del resto de informadores, siempre amables y abiertos a la llegada de nuevos compañeros, hizo que a lo largo de toda la comida nadie se sintiera discrinado, y el error cometido otros, pasara como sple anécdota.
Pero llegaba el turno de la comida. Excelente, gustosa, un diez; con cata de aceites incluida y con una deliciosa presentación de platos. Y supuesto, con la (posible) dueña del restaurante preguntando en cada nuevo sabor las sensaciones del comensal, algo que normalmente se agradece.
Pero, ¡Sorpresa!, volvemos al error del principio. Aunque puede que no fuera de forma intencionada, y seguro que es un mal pensamiento, había una mesa que marcaba los pasos de los diferentes platos; o comen demasiado rápido y levantan la mano cuando terminan o parece que, de nuevo, hay clases y clases. Ya se sabe, en esto de los medios, ¡Hay que consagrarse como sea!.
Con cuentagotas y al cabo de no menos de hora y media de comida muchos periodistas, en su mayoría los que tienen tirada diaria en su medio, comenzaron a abandonar el restaurante elegido. Con regalo (una botella de exquisito aceite) bajo el brazo terminaba una comida que ejemplifica situaciones que no se deben volver a repetir.










