Zara, compañía perteneciente al grupo Inditex, ha decidido emprender una serie de acciones legales en Turquía contra una serie de establecientos que tienen en común una cosa: que en su nombre comercial aparece la palabra Zara o algún derivado de ésta.
Sin embargo, lo que a sple vista parece un hecho razonable, que tiene objetivo proteger la extensión de marca de la compañía, se complica al conocer que los comerciantes no han hecho otra cosa que utilizar el nombre de su ciudad para promocionar sus negocios, al igual que en España podemos encontrar un Banco Madrid, ejemplo.
Ahora bien, ¿tiene razón Zara la de Amancio al emprender una cadena de demandas contra el pequeño comercio turco? ¿Es ésta la mejor solución a una situación para la que la legislación internacional no está preparada? Sinceramente, no.
Las empresas viven una nueva era, la de la reputación, en la que no solo ta ganar dinero, sino además ser responsables con todos sus stakeholders, entre los cuales destaca la ciudadanía. Por este motivo, Zara ha dejado escapar una fantástica otunidad para hacer posicionarse como una compañía comprometida, en lugar de eso, corre el riesgo de ser percibida como el ‘matón' (si se me permite el extremismo) multinacional que compre a un pueblo en vías de desarrollo…
¿Por qué no llevar una fábrica a Zara, donde los costes de producción son competitivos y además lograría identificarse con la población al ofrecerles un bienestar social? Esta, y otras fórmulas silares, parecen soluciones más lógicas a un problema cuya solución no la pueden dar los tribunales.
Pablo Sammarco
