No han tenido más remedio que verse. Saludarse fríos. Ya no hay fingientos. Aunque parecía que Aguirre había roto el corazón a RuizGallardón, sus compañeros del Partido Popular afirman que ambos están ‘heridos igual'.Pero aguantando, el electorado. Aguirre fue quien lanzó el órdago a Rajoy, cuyo nombramiento a dedo Aznar, cada día lastra más su liderazgo. El veterano Manuel Fraga, a sus ochenta y cinco años, todavía tiene los arrestos de sacar pecho su ojito derecho y pedirle mesura al partido. A mes y medio de unas elecciones generales, hace falta.
Gallardón es un político de casta. Él mismo se encargó de recordar que su padre, Fraga y otros fundaron Alianza Popular, de la que en su día, allá el año 1989, nació el Partido Popular que llevó al poder a un joven José María Aznar, también nombrado Secretario General a dedo el propio Manuel Fraga. En 1995, RuizGallardón le brinda al partido la prera victoria, arrebatándole la Presidencia de la Comunidad de Madrid a Joaquín Leguina, casi perpetuo en su instalación en el poder. Un gran logro a sus 37 años. Repitió triunfo en 1999. Emergía como político con originalidad, brillantez y estilo propio. Una manera muy británica de hacer política. A medida que votantes poco habituales de la derecha se dejaban encandilar RuizGallardón, el aparato del partido empezó a recelar de él y a considerarle demasiado peligroso como sombra de los líderes clásicos de la línea dura. Aznar consuma todas las sospechas, cuando en 2002 cruzó prera vez los caminos de Aguirre y Gallardón al convocarles en su despacho para un cambio de papeles en favor de Aguirre. Prer regalo envenenado.
El joven presidente tendrá que dejarle la Comunidad en bandeja a su oponente, para luchar en otra plaza vacante tras la marcha del alcalde Manzano. En 2003, RuizGallardón arrasaba en la Alcaldía, y aunque Aguirre sacaba más votos que la izquierda, no habría gobernado la Comunidad sin la ayuda del famoso tamayazo (tránsfugas del PSOE). Si bien Gallardón ha sido considerado y arropado el ala centrista del PP como heredero natural hacia las cotas más altas de la política, la arrolladora victoria de ambos en 2007, mayorías absolutas, les convierte en enemigos irreconciliables. Aguirre gana peso y se veía también en la Presidencia del Gobierno. RuizGallardón se cansa de esperar y pide a Rajoy, casi le exige, un puesto en el Congreso. Hay otros alcaldes congresistas ¿Por qué él, que arrastra cuatro mayorías absolutas consecutivas, no? Es un misterio que pocos entienden; y los que lo hacen es en clave de los intereses del ala dura, que no quiere sombras.
