María Valerio, periodista del Suplemento de Salud del periódico El Mundo; y los fotógrafos Juan Baños, Tino Soriano y Renée Byer, ganadora de un Pulitzer; hablan de sus fotografías y de sus retajes.
Todos coinciden en que el cáncer infantil ha pasado la barrera sanitaria para convertirse en un problema social y económico para el niño y, sobre todo, para la familia.
Ni los periodistas ni los fotógrafos son (somos) robots. Los retajes afectan. Algunos marcan. Otros no los puedes olvidar. Invitados de honor a la jornada de la Asociación Infantil Oncológica de la Comunidad Autónoma de Madrid que se ha celebrado con motivo del Día Mundial de la Lucha Contra el Cáncer y el Día Internacional del Niño con Cáncer 2008. Periodistas y fotógrafos que han contado sus experiencias personales, valorando qué mostrar y qué no mostrar en ágenes.
Tino Soriano, prero en hacer un trabajo fotográfico sobre el cáncer infantil hace 16 años, lo llama las ‘3 D’s’: padres Despedidos de sus trabajos que tienen que cuidar a sus hijos, familias Divorciados antes o después de un final trágico, y familiares Desamparados en medio de una realidad que se te escapa de las manos. El futur existeix se convirtió en un manual para que los padres aprendieran a tratar la enfermedad de sus hijos. Soriano cuenta que la agen llegó tras montañas de dossieres, estadísticas y centajes sin efecto ninguno sobre la sociedad y sobre quiénes tenían que financiar fundaciones y proyectos de investigación. Es verdad que una agen vale más que mil palabras. Pero la gente sigue sin querer mirar estos problemas de frente, asegura el fotógrafo. ‘El libro está agotado, se vende, la gente lo compra que sus fines son benéficos, pero nadie lo mira’.
Juan Baños fotografió la Unidad de Oncología Pediátrica de Murcia. Necesitó más de una semana para disparar la prera foto. Tenía que enseñar al mundo como funcionan estas unidades, cuál es la trayectoria de un niño desde que entra hasta que sale ‘vivo o muerto, que sólo así salen’, afirma con crudeza ‘que hay que hablar así’. ‘Nos ponemos una coraza, igual que los psicólogos, para poder comernos los marrones que hay en el mundo, pero cuando tienes que fotografiar una unidad oncológica llena de niños, esto no se olvida’.
Un viaje de una madre le valió un Pulitzer a Renée Byer. Es la crónica de una mujer soltera de 40 años, madre de un niño de 11 años con cáncer. ‘Esta historia va más allá de las citas con el doctor, es la compleja relación entre una madre y un hijo. Derek murió en casa en mayo de 2006 en los brazos de su madre’. Una historia que muestra un año de la vida del Paciente con el objetivo de concienciar a la gente. ‘Como periodista es mi responsabilidad. Mis instintos como persona eran de ayudar pero como periodista tenía que salir de la foto’.
