No es más cárcel o penas más duras lo que necesitan los menores descarriados, sino más educación, más afecto, más dedicación, más responsabilidad parte de los padres, y sobre todo, más tiempo. Es de perogrullo. Escuchando a padres honestos e integrados socialmente, como los de los muchachos que incendiaron a una mendiga en Barcelona, queda trágicamente claro. ¿En qué momento se le escapó de las manos el hijo a ese hombre lleno de valores y de principios?
Hoy día, desgraciadamente, los centros de Protección de Menores se han multiplicado ocho, y todos están a rebosar. Lo dice, en nuestras páginas, el fiscal Javier Urra, de la Fiscalía del Menor. No precisamente son todos chicos de la marginalidad. Hijos de la clase media e ilustrada son acogidos en estos lugares, que sencillamente ‘sus padres no pueden con ellos'.De ahí al pequeño delito, hay un paso; y una cosa lleva a la otra. ¿Es la solución meter en la cárcel a un niño de doce años muy atroz que sea el cren que haya cometido? Sería prácticamente apostar con la misma moneda. Las mayorías de las personas que lean estas páginas y sean padres, lo podrán entender.
La media en Europa para acusar y juzgar a un menor es de catorce años, como en España. Sólo en Reino Unido se ha adelantado a diez años. El trato que la sociedad da al menor es reflejo de su calidad moral y democrática. No podemos dejar bombardear punemente de violencia el entorno de nuestros niños, aparcarles durante horas, solos frente al televisor o intet, mientras los padres rendos pleitesía al trabajo y al consumo. Para después resolver estas carencias con las culpas, el castigo y la cárcel.
Rajoy ha sido muy otunista al sacar a colación la reforma de la Ley del Menor, en el sentido de rebajar la edad penal y endurecer las penas para los delitos de extrema gravedad o reincidencias exacerbadas de niños con menos de catorce años. ¿No deberían, en estos casos, incrementarse los servicios de Salud Mental y ayuda emocional y psicosocial? La respuesta socialista de esconder cabeza bajo el ala, ha sido extraordinariamente cobarde en un tema que quizás no sea el mejor momento para ser abordado, en plena precampaña electoral, pero que nunca está de más afrontar con nuevas propuestas. Máxe cuando sale a debate en pleno Congreso sobre la Responsabilidad Penal del Menor, que se celebra esta semana en Madrid. Mientras el consejero de Justicia, Prada, avala a Rajoy para evitar la punidad, dice, el fiscal Urra escribe e insiste en que no hay punidad. Es más, de cada diez menores delincuentes, ocho se reintegran en la sociedad. Todos merecen una educación especializada, paciente y dedicada.
CONCHA MINGUELA, DIRECTORA GENTE EN MADRID










