Propongo hacer un ranking del tiempo que tardan en conceder una entrevista los presidentes de lo laboratorios farmacéuticos y entregar el "Premio Harpo" al más mudo de todos ellos.
Las empresas son entes abstractos a los que los seres humanos ponemos cara humana, la cara de las personas que conocemos y trabajan en esas empresas y la de sus directivos y supuesto… la de su máxo representante. Nada hay más fácil ni acerca más a la opinión pública, que la agen y la voz de ese alto directivo atendiendo a los periodistas e informando a través de ellos de los asuntos de interés público y/o empresarial en los que pueda estar inmersa la citada empresa.
Sin embargo el mundo de la industria farmacéutica y salvo honrosas excepciones ha sido tradicionalmente un "mundo sin rostro": directivos que se esconden, que están comunicando, que están reunidos, que están de viaje, que mejor que les pasemos las preguntas escrito, que ya las contestarán cuando tengan tiempo, que supuesto no publiquemos nada sin que ellos lo hayan visto, corregido y dado su OK antes. Pero ¿en qué mundo viven? Pues… así les va.
¿Para quién son los palos? Para la industria farmacéutica. ¿Quién es el malo de la película? (ni nuestro compañero y experto en cine Paco Fernández conoce ninguna película en la que los laboratorios farmacéuticos hagan algo bueno).
El desconociento genera desconfianza. Así, ante unas empresas que tradicionalmente no dan la cara, que no hacen escuchar su voz públicamente, que no se muestran públicamente orgullosas de los descubrientos terapéuticos (¿quién investiga sino la industria farmacéutica?) y de sus contribuciones a la formación de los profesionales sanitarios (¿quién si no financia la formación continuada?), los ciudadanos de a pie solo conocen las voces en contra y el silencio de los laboratorios. ¿Qué agen, pues, se van a formar?
Los laboratorios tendrán muchos defectos como cualquier otra empresa, pero también hacen mucho la salud de los ciudadanos. Entonces ¿ qué se empeñan en callar y en dejar que sean los demás los únicos que hablen de ellos? Quizás sea un histórico sentiento de culpa presiones comerciales fuera de toda ética en el pasado, o desconociento absoluto del poder de la comunicación, o miedo a que se enfade su único cliente que es la Seguridad Social…
Desde esta tribuna os propongo hacer un ranking del tiempo que tardan en conceder una entrevista los presidentes de lo laboratorios farmacéuticos y entregar el "Premio Harpo" al más mudo de todos ellos. ¿Os anáis?
Vicente Fisac
Comunicador










