Hemos interiorizado la inmigración y el empleo como los temas principales que atañen a los ciudadanos españoles. En estos días, cuando sólo faltan dos semanas para la contienda electoral del 9M, los protagonistas políticos han ido afilando sus espadas, rigurosamente asesorados expertos en sondeos y resultados. Hemos pasado de los cuatro puntos de diferencia, a favor del PSOE, al eufórico 1,5 punto de diferencia, y así sucesivamente dependiendo de quién encarga la encuesta, hasta los cinco puntos al tocar el tema de la inmigración y del empleo.
En las filas del PP crece la euforia y los asesores, Arriola, Escudero y Costa, no dan abasto para sacar el tema más otuno del que extraer buenos réditos políticos. La irrupción de la crisis económica y la destrucción de empleo (4.400 puestos diarios, según el Secretario de Economía y Empleo del PP, Miguel Arias Cañete, desvela en estas páginas) que irrumpió en escena a sólo dos meses de las elecciones generales, ha sido una baza que la oposición ha aprovechado en todos su mítines. Ello les ha dado pie, también al PSOE, a desvelar una batería de medidas económicas, como la rebaja de puestos o de presión fiscal, y ayudas para la pequeñas y medianas empresas, ayudas a autónomos, ayudas familiares directas, etcétera. Un paquete de ofertas económicas que PP y PSOE desgajan como otunistas entregas en tiempo de rebajas. En este caso, en fechas electorales.
Existe la percepción de que este año, los resultados están reñidos, y ya se perfila la sombra nacionalista. Hay que allanar el terreno para los prescindibles pactos. En este sentido, Duran i Lleida y Erkoreka son los cortejados, al margen de Llamazares que, como viene caracterizándose en los últos cuatro años, ha jugado su baza muy al contrario que su antecesor Anguita, quien sirvió de pinza y trampolín para pulsar la prera victoria de Aznar en 1996.
Por tanto, empleo e inmigración van rigurosamente de la mano en la percepción que el ciudadano español tiene sobre la creación o destrucción de empleo. De este modo, el famoso ‘contrato de Rajoy' (una serie de medidas para evitar que una pequeña parte de los inmigrantes venga sólo a delinquir a nuestro país, que les sale barato o gratis, según Astarloa) sirvió de resorte para activar las spatías de muchos vecinos, especialmente en Madrid, donde tenemos más de un millón de inmigrantes entre poco más de seis millones de madrileños. La Comunidad de Madrid se ha caracterizado su fuerte apuesta la integración. El Gobierno regional como los inmigrantes saben que son prescindibles, útiles y convenientes para el creciento económico de la región.
CONCHA MINGUELA, DIRECTORA DE GENTE









