La mujer de Bermejo está de baja. Tiene lumbalgia desde hace mes y medio. La lumbalgia es un dolor lastoso que te deja hecho un cuatro que no te puedes ni mover ni mirarte en el espejo, que estás que das pena.
Otras fuentes dicen que se encuentra convaleciente de una operación de hernia discal. Es decir, de baja operación, y recuperándose. Yo esperaba que estuviera en casa, que pasara sus horas pegada a la tele viendo a su marido saltar de charco en charco.
La baja de la mujer de Bermejo es una de tantas entre los funcionarios, en un país que es absentista, y sobre todo en la administración pública. Pero en este caso hay más delito. Con el piso que le ha puesto el ministro, esta mujer no tendría que salir de casa. Nada mejor para curar las heridas de una operación que la mullida tara flotante, que la caricia de una tapicería de doce mil euros, o la placidez de esa terraza llena de jardineras, desde la que se contempla la lucha diaria y el fragor de los madrileños para buscarse la vida. No solo se salta el rigor de la baja y la recomendación de guardar reposo, sino que además desprecia el piso que todos lo hemos puesto con nuestro esfuerzo, para que no sufra.
ALFREDO URDACI, PERIODISTA
