Lo malo de las metáforas políticas es que el tiempo las carga con lo que le da la gana. Las pones a funcionar y tienen vida propia, se transforman, giran, y de repente te las encuentras rellenas de un sentido que no es el que se les quiso dar. Le ha pasado a Rajoy con la niña, que algunas horas es la infanta del exorcista, y en otras entrega flores a Zapatero o pasea de la mano de González, como si el ‘ex' del Gal volviera a presentarse a las elecciones.
Así que el ‘buenas noches, buena suerte' se ha transmutado en el deseo de que el paro no te afecte, de que no te sorprenda la suspensión de pagos de alguna gran inmobiliaria, de que no te arrastre la bolsa con su depresión reincidente, y de que la educación para la ciudadanía no te parezca una injerencia doctrinaria en tu conciencia y en tu libertad, de que no te afecten las subidas de precios básicos, y de que en fin, estés en el círculo de los amigos de Zapatero para que te vaya bien.
El ‘buenas noches y buena suerte' puede ser lo que le digamos a Zapatero el domingo la noche, que si pierde le hará falta la fortuna prero en su partido, que tiene preparada la venganza, y luego para encontrar trabajo, que el mercado está mal y va a llegar al paro en la peor de las circunstancias. Siempre podrá hacer como Bernat Soria, que ha inflado el currículum hasta el ridiculum. Cuando llega la realidad se ve que Zapatero es un disfraz relleno de aire. Ayer tuvo un día desastroso. Su única fortuna es que las malas noticias llegaron después del debate, después de que ofreciera el pleno empleo, después de que dijera que somos líderes mundiales en REABASTECIMIENTO DE AVIONES EN VUELO, después de que prometiera terminar con TODAS LAS DESIGUALDADES, TODAS TODAS TODAS. Fue el regreso del MAOISMO.
ALFREDO URDACI, PERIODISTA










