Cháves, enfermo de un tic caciquil, se queja de la sentencia del superior de Justicia de Andalucía. El dictamen le escuece que es negativo para los intereses del PSOE. Han convertido la asignatura en un trágala, han amenazado con sanciones a los que hicieran uso de su libertad y de la objeción de conciencia. Y la justicia les niega la mayor. Los ciudadanos tienen derecho a objetar, algo lo que se ha peleado mucho en estos años de atrás. Pero como existen diferentes varas de medir, hay objeciones que gustan al poder y otras que no, y hay ciudadanos que tienen derecho a contestar y otros que no lo tienen. Y a Cháves se le nota el ropaje totalitario bajo el manto de cordero tartamudo con el que se suele vestir en las campañas.
Volvemos al debate sobre la asignatura. Es una materia ideológica. Basta ver algunos textos para darse cuenta de que no se puede dejar a los hijos en manos de quienes tiene unos parámetros ideológicos que niegan la naturaleza humana, la pervierten, o cuelan ideología marxista de chatarrería bajo el paraguas melífluo de la palabra ciudadano. Si Cháves se queja de electoralismo, yo creo que es más grave el silencio, el silencio del Constitucional que se calla su dictamen sobre el estatuto catalán, algo a lo que tenemos derecho antes de ir a votar. Queremos saber la verdad, ¿recuerdan?, la verdad del estatuto, antes de votar. Y es más grave el manifiesto firmado Bermúdez, y otros, en contra del Partido Popular. ¿Jueces en campaña? ¿Cuándo hemos visto una cosa tal?
Merecen la reprobación y espero que la reciban en todos aquellos asuntos que tengan algún contenido político y que caigan en sus manos, manos sucias de partidismo. Son algunos ejemplos del tic totalitario que aparece bajo el ropaje de algunas togas.
ALFREDO URDACI, PERIODISTA
