Quizás podríamos mirar al cielo hoy y detenernos un momento para pensar que cualquiera de nosotros somos una vícta del terrorismo. Siempre tenemos un nombre en la mente, ora Isaías, ora Irene, ora, aquel señor que se quedó sordo, ora aquel que ya no puede andar, pero otros que no tienen nombre que son muchos, los llamamos víctas y todos, se quedaron ahí, en la estación. Personas que tienen familia, que tenían hijos, que tenían vida. La vida se la arrebató una bomba en un minuto, un día como hoy.
Vidas que volaron los aires sin saber aún, qué ellos, podría haber sido usted, o yo… Era muy pronto, en una mañana como la de hoy. Esperaban llegar al trabajo, otros vinieron de muy lejos para encontrar un mundo mejor, y lo encontraron. Una mochila, el egipcio, cuantos nombres se barajaron en un juicio que duró largas jornadas y cuyos tomos se archivarán como los de las Indias. Y se marcharon. Hoy podemos recordarles. Podemos ver a nuestros políticos hacer mención a la paz, pero nunca volverán aquellas personas que apostaron la vida. Por la otra vida.
Sonsoles, nuestra presidenta consorte electa, ha cantado con sus compañeros del coro de la Capilla Real. Ha sonado ‘Da pacem domine' y en los acordes podríamos recordar una masacre que sucedió un día como hoy ante la mirada azul de su compañero electo, Zetapé para los amigos, el hombre de la niña, Rajoy, los amigos Gallardón y Aguirre, los Reyes de España…. pero también, en el día a día de esas personas que permanecen en el olvido de los medios, al margen de nuestras vidas, que el que se quedó ciego, sordo o cojo, ya no vive igual, debemos recordarles. El que atisbó la muerte y corrió entre cadáveres para salvar su vida, ya no vive igual, el que lloraba viendo a su pareja dormida para siempre, el que chillaba buscando un niño perdido. Recuerden esas ágenes de valentía y horror. La venganza de cuatro terroristas amenazaron las vidas de un país, y nosotros con él. En el silencio y entre humareda, las vidas se extinguieron y otras sobrevivieron. Los periodistas narraron los hechos, los psicólogos ayudaron a comprender lo incomprensible, los hospitales, las personas anónas que brindaron una mano vacía, todos, hicieron que en el once eme hubiera una humareda también de paz. Cuatro años más tarde, a pesar de la vida, ‘in diebus nostris', (en nuestros días) solamente alcanzamos a pedirle al Señor que les de paz con unos acordes. ‘Da pacem domine' que ya no queda nada que hacer. Hoy les acompaña otro más. Un candidato a las filas de los atentados. La lacra que vive en España. El horror que convive cada día y del que ninguno estamos libres. En la capital de España, en el País Vasco, qué más da el lugar…
Hace tan solo dos días que votamos una España mejor. Elegos la mejor apuesta de una forma democrática y votamos que el miedo se alejara de las antiguas Vascongadas. Votamos Isaías, las personas que supuestamente nos deben gobernar y dos gracias a Dios de nuevo, y éste nos dio paz. No hubo más atentados. Solamente fue un muerto, no ciento noventa y dos, pero fue un muerto que nos llegó al alma. Una vez más, antes de las elecciones. Temblad, país, temblad… ETA vive, tantas décadas después.
Hoy, cuando se pone en tela de juicio la valía de un hombre como Rajoy que apostó cambiar a la niña de España, hoy, dos días después, podemos comprobar aquello de ‘A Rey muerto, Rey puesto'. Ya se duda si él sirve o no. Ya estamos buscando sustituto, pero hoy, en un día como hoy, ninguno de los muertos ha sido sustituido. El ser humano es así; enterramos a las víctas, acabamos con los políticos, sustituos a las personas y todo en un minuto. La vida es así de contradictoria, así de cruel. Hoy estás aquí, pero mañana, quizás no.
Si hoy es Once Eme con mayúsculas es que tenemos algo que recordar. Hoy buscamos un nuevo camino para no repetir aquel día y que se quede en la historia de España como un terrible momento que hizo crujir la democracia, la libertad, la paz.
Tengo poco o nada más que añadir. Piensen de nuevo lo que tienen señores lectores. Eso que nada aprecian se llama vida, y un día como hoy, usted pudo haberla perdido. Da pacem domine, in diebus nostris… Danos paz Señor, en nuestros días. Porque en un minuto, la podríamos perder también nosotros; la paz, la alegría, de nuevo la vida.
¿Les parece poco? Y mientras tanto, a cantar con Chikiliquatre en Eurovisión. Así de frágil es la puñetera vida. Así.
ANA DE LUIS, DIRECTORA ¿QUÉ DICEN?










