Es una realidad muy poco conocida. Muchos españoles no acuden ahora, ni acudirán el resto de su vida al servicio para orinar. Otras 200.000 personas más, pueden dejar de hacerlo en los próxos años. Y son sólo parte de las 2.200.000 personas que desconocen tener una enfermedad renal. Cada año se les unen otras 6.000. Los enfermos renales consumen más del 2 % del gasto sanitario y el coste de cada uno de ellos se esta entre 20.000 y 30.000 € al año.
Son los que nunca orinan. Personas cuyos riñones están dañados hasta el punto que pierden la función habitual de elinar las toxinas de la sangre a través de la orina. Cuando los riñones funcionan sólo al 1015% de su capacidad, todavía existe la diálisis para ayudar a realizar sus funciones. Pero en la mayor parte de los casos, y transcurrido un tiempo de haber entrado en diálisis, los riñones fracasan del todo, llegan al 0% de capacidad de funcionar. Es entonces cuando la persona deja totalmente de orinar.
Con motivo del Día Mundial del Riñón ALCER lanza la campaña '20.000 personas nunca van al servicio…y no es falta de ganas' que, junto con diferentes actos, pretenden crear un estado de conciencia entre la sociedad. Para el representante de los cerca de 200.000 españoles con enfermedad renal detectados, Alejandro Toledo, Presidente de la Federación Nacional ALCER 'Tener una enfermedad renal no es una sentencia. Se puede ser enfermo renal, tener una aceptable calidad de vida y sobre todo vivir muchos años. Pero esto sólo es posible si se detecta a tiempo. De ahí la tancia de la prevención y la concienciación de la gente a través de días como este'.
¿Cómo se deja de orinar?
El proceso comienza cuando la persona nota que cada vez acude menos veces al servicio y en cada una de ellas se elina menor cantidad de líquido. La sensación de ganas de orinar es tanto muy superior a luego la cantidad de orina elinada. Físicamente no hay signos claros que acompañen este fenómeno, aunque es frecuente una ligera sensación de escozor.
Según comenta Antonio González, enfermo renal al que este hecho le sorprendió con 18 años, 'La sensación de ganas de orinar sigue existiendo. De pronto te entran ganas, esas ganas se transforman en un leve escozor y quieres orinar, pero vas y no puedes hacerlo'.
¿Cómo se vive el dejar de orinar?
Para el enfermo renal se trata de la pérdida de una capacidad. Suelen vivirlo como un signo de agravamiento de su enfermedad. Algunos lo relacionan incluso con la posibilidad de que la orina se esté quedando dentro de su organismo, en vez de aceptar que su cuerpo ya no fabrica orina.
Pero lo más frecuente es el pacto emocional en forma de angustia, miedo hacia lo desconocido, inseguridad ante la nueva situación o una sensación de sentirse más enfermos de lo que estaban. No existen grandes diferencias en la forma de reaccionar entre hombres y mujeres. Desgraciadamente además, no en todos los casos los pacientes están avisados los profesionales sanitarios de que esto puede o les va a suceder en sus vidas y de que deben vivirlo como una etapa más de su enfermedad.
Amistades: de la curiosidad al humor
Los círculos de amigos se convierten en un hervidero de dudas y curiosidades. Entre la gente joven, la más habitual es la duda sobre si el hecho de no orinar pide la erección, la eyaculación o afecta de algún modo a la relaciones sexuales, preguntas a todas las cuales hay que contestar negativamente, pues fisiológicamente son funciones diferentes que no interfieren unas con otras.
A medida que el paciente va aceptando su nueva circunstancia y la relativiza, los comentarios e incluso el sentido del humor surgen entre amigos, con guasas como 'ahora no tienes que parar en los viajes largos' o 'si el servicio está sucio, este seguro que no ha sido'.
Trasplante: volver a empezar
Si el riñón con un 0% de capacidad de funcionamiento es sustituido el de un donante, lógicamente se tiene que volver a poder orinar. Y así ocurre efectivamente en 24 horas a través de una sonda y en unas 72 horas acudiendo sí mismo al servicio.
'Algunos enfermos han llegado a llorar de alegría al poder volver a orinar'. Esto es lo que comenta el profesional de la enfermería Antonio Ochando. En su opinión 'este hecho es vivido los pacientes con una gran sensación de placer'. Una sensación psicológicamente placentera que, paradójicamente, desde el punto de vista físico provoca algo de escozor y pequeñas molestias al principio.
La anécdota
Antonio González vivió en un servicio de urgencias cómo le daban un bote para la orina. Al responder a los profesionales sanitarios que él no podía, le dijeron que no se preocupara, que ellos dejaban el bote y esperaban lo que quisiera, que se tomara su tiempo y ya volverían a el resultado. Tuvo que advertirles que si era tiempo, se jubilaban ellos allí mismo antes de que él llenara ese bote de orina.










