Sus bocas dicen una cosa, sus caras otra bien distinta. De momento, cortésmente, escenifican el apoyo a Mariano Rajoy. Estaría feo que a pocos días de la derrota electoral del PP, o la victoria del PSOE, según como se quiera ver, sus propios socios le dieran el finiquito. No en vano, Rajoy ha conseguido sumar trescientos cincuenta mil votos a los resultados del 2004, mientras el PSOE sólo ha conseguido aumentar en poco más de treinta mil. Pero es una derrota. Por lo tanto, una cruz difícil de sotar otros cuatro años más con las mismas caras y, sobre todo, con la misma munición política que, claramente, ha fracasado.
Hablamos de Estatuto y de Terrorismo. Hablamos de Cataluña y Euskadi, comunidades que han contribuido poderosamente a darle al PSOE la ventaja de dieciséis escaños en el Parlamento. Por contra, han sido Madrid y Valencia las comunidades que no sólo han pedido el retroceso del PP, sino que le han hecho avanzar notablemente. El mensaje que ha funcionado en este caso: Inmigración y Empleo. Hoy hoy, la clave del futuro del PP está en Madrid; y es concretamente en Génova 13, donde los periodistas tratamos de adivinar, más a través de los gestos que de las palabras, cómo será el futuro de Mariano Rajoy. Con sucesión o sin ella. Él, y sólo él tiene la palabra. Especialmente cuando el PP ha apostado en estos años una oposición hosca y sin concesiones.
Durante esta semana, en la derecha madrileña, los cuchillos vuelan tan bajo que no se ven. La presidenta Esperanza Aguirre puede sentirse ufana del buen puñado de votos que ha arrancado al Sur socialista. Bastión rojo. Ello le ha permitido escenificar apoyos en el Comité Ejecutivo del partido, reunido el martes en Génova, a puerta cerrada. Los barones del PP aparecieron sonrientes y seguros. Todos menos uno, el propio Rajoy, quien, con voz forzada, anunció el adelanto del congreso del Partido para junio, y su intención de presentarse como candidato el año 2012. Aunque dejó las puertas abiertas a otros. Quizás en ello pensaba el alcalde de Madrid, RuizGallardón, mientras le daba un abrazo, al tiempo que pedía que se reescribiera el guión del partido desde dentro. Es de suponer que otros barones pensaban, y piensan, en alejar la sombra de Aznar lo más lejos posible, y volver al punto de partida. A aquel 14M, otra larga noche de derrota, que cuajó en dos caras de malos augurios; en Zaplana y en Acebes. Han supuesto una dura carga que Mariano, nombrado a dedo su mentor, ha tenido que sotar y que, quizás, le ha obligado a ofrecer una cara mucho más agresiva de lo que le hubiera gustado a este tranquilo registrador gallego, que fue dos veces ministro y fue vicepresidente. A todo esto, ¿alguien sabe dónde está estos días Rodrigo Rato?
CONCHA MINGUELA, DIRECTORA GENTE EN MADRID
