Las últas elecciones demuestran que siempre, en la comunicación, conviene enviar mensajes positivos. Los negativos no sirven para nada, que el receptor siempre prefiere creer al que le dice que la botella está medio llena, aunque sea evidente que está medio vacía y que la tendencia es a vaciarse que está llena de agujeros, algunos de bala.
Ha sido para el Rubicón electoral y empezar a escuchar mensajes negativos: ‘nos enfrentamos a un ciclo largo de violencia', dice Rubalcaba; ‘la crisis será peor de lo que pensábamos', advierte Solbes. Pues bien, algunos se han quedado con cara de béciles, pero eso sólo lo reconocen en la intidad. Antes del voto todo era ‘estamos bien preparados', ‘esto no es crisis sino desaceleración', y mensajes silares que procuraban esconder la realidad. Esconderla es rentable, aunque luego salga y tengas que afrontar decisiones difíciles.
Lo que no terminan de comprender algunos políticos, sobre todo los de la oposición, es que las campañas electorales no están ahí para fijar cual es la realidad, sino para decidir quién tiene el poder. Y para eso, la realidad es lo de menos.
ALFREDO URDACI, PERIODISTA
