Y en esto llegó Fraga y mandó callar a Esperanza Aguirre. ‘Lo de la mordaza no va conmigo', respondió ella desenfadadamente, como siempre. El heredero natural del Partido Popular es Alberto RuizGallardón, vino a decir Fraga, y no tiene más que añadir. Hijo de saga política con padre fundador de Alianza Popular. Menospreció a Esperanza Aguirre desde sus tiempos de concejala, y ahora en la Comunidad de Madrid, han reventado, ambos dos, las urnas, consiguiendo mayorías absolutas y una enorme reserva de votos (más de 350.000) para la cantera nacional del Partido Popular.
Aguirre y Gallardón, desde hace cuatro años, tienen la misma aspiración. Estar bien posicionados ante la eventual caída del actual presidente del PP, Mariano Rajoy (dos derrotas consecutivas 2004 y 2008). Gallardón fue el prero en dar muestras de nerviosismo y le cortaron la cabeza desde el aparato precipitarse. Por eso, ahora prepara su estrategia en silencio. En cambio Aguirre, cuando nadie se lo esperaba, ha exigido un debate ideológico que, traducido a matemática pura, significa ‘los votos son los que cuentan'. Desde la noche del balcón, cuando Rajoy dio su entristecido adiós, muchos pensaron que era su finiquito. Prero Gallardón entonó el ‘algo habremos hecho mal' y le volvieron a morder la yugular desde el aparato, achacando la autocrítica a una supuesta ambición desmesurada y prisa sustituir al presidente.
Ahora suena Gallardón en los pasillos de Génova como el mal menor para frenar la parable ambición de Aguirre. Entretanto, Francisco Camps, el presidente de la Generalitat de Valencia, enemigo de Zaplana y aliado de últa hora de Rajoy se ha ofrecido a recolectar todos los votos valencianos (286 de los 3.000 compromisarios que acudirán al Congreso de junio) para él. Pero claro, eso es posible. Lo dice Francisco Álvarez Cascos: ‘Los barones pueden hablar de su voto, pero no comprometer los de su Comunidad'. Lo repite Zaplana: ‘Las palabras de Rajoy, invitando a algunos a abandonar el PP [se refería sin citarla a Aguirre] están de más. Además, los barones no son quienes para poner a disposición de nadie todos los compromisarios de sus autonomías'. En cualquier caso, el mérito de Aguirre es haber dicho de manera singular y directa lo que tantos piensan y no se atreven a exponer para evitar represalias. La propia estructura del Congreso de Valencia ya les tiene cautivos ¿quién se atreverá a cuestionar a un jefe que tiene que ratificarles en sus puestos? Sólo Aguirre, pertrechada sus fieles madrileños, anada muchos de los dirigentes descontentos que, poco a poco, van emergiendo de las autonomías, ha abierto una brecha para el debate y la renovación, pidiendo que el candidato en 2012 sea elegido democráticamente.
CONCHA MINGUELA, DIRECTORA DE 'GENTE EN MADRID'
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