El pasado lunes, 19 de mayo, tres días antes de las elecciones al Colegio de Médicos Madrid, alguien envió un email a todos los médicos madrileños, que llevaba asunto: 'Salvar de otro naufragio al colegio de médicos de Madrid. Imtante. Pásalo'. En el texto, que tiene a Guillermo Sierra como protagonista, se cita además a otras personas, concretamente a José María Pino, del que se llega a afirmar que está putado en la Operación Malaya…
Dice el citado email: 'A Guillermo Sierra lo llama su amigo, José María Pino, putado en el caso Malaya (Fiscalía del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, Granada, Sala de lo Civil y Penal, Diligencias previas 3/2007 procediento abreviado 1/200). El putado, es anestesista de La Paz, editor de Sanitaria 2000 s.l, 3s, actualidad médica y revista médica…'
Pues bien, prsalud ha tenido acceso al mencionado Escrito de Acusación formulado la Fiscalía del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, Granada, en el que, José María Pino NO aparece en ningún momento como putado. Es verdad que se hace mención a su nombre en el escrito, pero no como putado, sino como vendedor de 'una vivienda unifamiliar (…) ubicada en la Urbanización Azalea Beach de Marbella, propiedad de la mercantil Sanitaria 2000 S.L.', que finalmente compra el juez Francisco de Urquía, que sí está putado en la Operación Malaya.
Juan Antonio Roca hace de intermediario en la operación inmobiliaria 'ocultando su identidad, haciéndose pasar el abogado del comprador, en sucesivos contactos telefónicos, llevó a cabo todas las gestiones necesarias para cerrar el precio real de la operación…'
Según el escrito de acusación, es el propio José Antonio Roca el que entrega a Francisco de Urquía (a través de un intermediario) un sobre con 73 800 euros, que éste a su vez entrega a José María Pino, en la firma del contrato privado de compraventa.
Resumiendo, que toda la 'plicación' de José María Pino, editor de Sanitaria 2000, en la Operación Malaya, se resume en la venta de un piso a Francisco de Urquía, con Roca como intermediario. Y eso, de momento, no es delito, pese a quien pese…
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