MÉXICO D.F. (05/06/08) La periodista Lydia Cacho parece no tenerlas todas consigo. Y es que un Juez de Cancún ha determinado que la informadora sufrió ‘las molestias inherentes a cualquier detención', lo que asegura que ‘no fue torturada'. Unas declaraciones que rápidamente han levantado el descontento popular. Y es que contra todo pronóstico, la justicia de Quintana Roo ha negado la petición de aprehensión contra funcionarios públicos del estado de Puebla, acusados de torturar a la periodista durante su detención y traslado.
El Juez de Cancún, Quintana Roo, finalmente no concede la petición de arresto contra los funcionarios y ex servidores públicos del estado de Puebla. De hecho, considera que la periodista mexicana no ha sido objeto de tortura en su detención de 2005 ya que sólo tuvo ‘molestias inherentes a cualquier detención'.
En conversación con prlatam y con motivo de su visita a España durante la presentación de su últo libro, Lydia Cacho nos mostraba sus pocas esperanzas ante la posibilidad de que sus captores y amenazantes pudiesen ser detenidos.
El hecho de que los servidores públicos fuesen de Puebla y no de Quintana Roo ha sido determinante. Así lo ha argumentado el juez Benjamin Navarrete, quien confirma que no puede ordenar las detenciones tortura a funcionarios que no sean de Quintana Roo.
La publicación del libro ‘Los Demonios del Edén', en el que se denunciaban varios casos de pederastia y en el que estaban involucrados altos mandos de la política e tantes empresarios ha ocasionado a la informadora más de un problema. De hecho, en diciembre de 2005 fue detenida y trasladada de Quintana Roo a Puebla para hacer efectiva su prisión. Tras esto, hoy hoy sigue recibiendo amenazas de muerte, nos confirmaba.
El caso queda así en manos de Quintana Roo y de las diversas instancias intencionales a las que la periodista mexicana ha acudido solicitando justicia. Recordemos que hace unos meses, la Comisión de Derechos Humanos de la ONU recomendaba a Lydia Cacho que abandonase el país ante las constantes amenazas de muerte que sigue recibiendo.
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