No pudiendo hacer que la realidad cambie, han decidido cambiar el nombre de la realidad. El socialismo renunció hace mucho tiempo a transformar el mundo. El hombre nuevo fue una promesa que terminó en la máquina de picar del Gulag y de las checas. La clase obrera se convirtió en clase media consumista, con fines de semana en el hiper y vacaciones en Benidorm. Sólo quedaba como tarea la de construir nuevos reclamos publicitarios, como el ecologismo y la solidaridad de cartón piedra. Se hizo. Y se ofreció a los electores una ideología de diseño, algo que puedes comprar sin más sacrificio personal que el de reciclar el cartón y el vidrio. Nuestra ‘mifistra' de Igualdad, doña Bibiana Aído es un producto de esta fábrica. Una de esas que cuando las criticas te suelan la brava que eres un machista, que eres un sujeto que debe llamar al teléfono de la reconversión viril para desahogarte y que te digan lo que tienes que hacer con tu masculinidad. Este gobierno es experto en la creatividad lingüística, en el eufemismo, en el buenismo totalitario. Han creado estructuras burocráticas ineficaces con la promesa de que todo será diferente. Y envueltos en esa bandera nos quieren poner el lenguaje, con el pretexto de que lo hacen nuestro bien. Llamo la atención de la Academia de la lengua, ese lugar infestado de machistas, al que la ministra tiene puesta la proa, que en sus sillones solo se sientan tres mujeres. La cuota, aquí hace falta una cuota que arregle las cosas, que con más mujeres, la ministra piensa que le hubiera sido más fácil incluir lo de ‘miembras'. ¿Quién le va a negar a una ministra ese favor? Yo creo que la deberían enviar a ella a la Academia, que con lo que no sabe esta mujer se puede escribir un diccionario, íntegro, desde las tapas.
ALFREDO URDACI, PERIODISTA










