La posibilidad de realizar los trabajos en beneficio de la comunidad (TBC) que un juez ha establecido como sanción falta de infraestructuras es unos de los problemas que ha traído aparejada la reforma del Código Penal en materia de Seguridad Vial. Desde la Asociación Estatal de Víctas de Accidentes DIA han buscado soluciones a este problema, basadas en la prevención de otros accidentes como la mejor de las tareas para el infractor.
Ya lo decía Francisco Canes, presidente de DIA, en preducación vial hace unos meses: ‘quien haya matado, no debería trabajar con las víctas'. Con esta tajante afirmación se refería a la incompatibilidad de que un conductor que, su infracción, haya provocado un accidente con víctas mortales, desarrolle sus trabajos en compañía de otras víctas de tráfico, que podrían sentirse incómodas. Pero no es la única dificultad.
Los principales problemas de la aplicación de los TBC son, según DIA, la dificultad para encontrar horarios que se ajusten a las necesidades laborales del infractor, ya que, además, las necesidades más acuciantes se encuentran dentro del horario laboral (acompañamiento al médico o a pasear, ejemplo); la corta duración de la pena, que pide rentabilizar el tiempo indispensable dedicado a la formación; los problemas de organización que puede causar a la asociación el tener que ‘vigilar' a los ayudantes, y la dificultad de que el condenado se haga con la confianza del discapacitado al que debe ayudar y consiga entrar en su vida privada.
Por esto, la asociación propone que el infractor pueda llevar a cabo labores asistenciales tanto a víctas del tráfico como a cualquier otra persona que los necesite, que ayude en las tareas administrativas de DIA o de cualquier otra organización y que se establezca un perfil social y profesional con la disponibilidad de días y horas de todos los conductores sancionados.
Muchos de los infractores acumulan, además, sanciones alcoholemia, lo que desde DIA se han puesto en contacto con la Federación Valenciana de Alcohólicos Rehabilitados, para que los TBC se combinen con la asistencia a terapia, de forma que todos los sancionados alcoholemia reciban, tras el curso de concienciación, información procedente de las unidades de alcohólicos.
En cualquier caso, y hasta que se pongan en marcha mejores soluciones, la asociación alicantina considera que la educación vial es la mejor manera de que los infractores lleven a cabo sus labores en beneficio de la comunidad, colaborando en campañas de concienciación y prevención, de forma pública y ‘a cara descubierta', sin intentar evitar el efecto de sonrojo que tan positivo puede ser tras haber cometido una infracción.
Entre otros ejemplos, los infractores podrían participar en controles alcoholemia, explicando su propia experiencia, promover el uso de sistemas retención infantil en puertas de colegios), control del uso del casco en institutos u otras tareas que, sin estar relacionadas directamente con el tráfico, pueden beneficiar a la comunidad, como acompañamiento de personas mayores o lpieza de espacios públicos, como parques.
Seguiremos Informando…