Enfila la recta, camino de la meta, y nadie le ha disputado el maillot, el amarillo. Tan cercano al ciclismo, Mariano baja estos días del Tourmalet, metáfora de esa carrera que parece diseñada asesinos. Algunos han amagado. Ninguno ha tenido el coraje de plantarle cara. Al final, todo este guirigay del PP ha quedado como una guerrilla mediocre, un ‘quítate tu para ponerme yo'. Pero la pieza más tante ha sido la injerencia de la COPE y de El Mundo, de Federico y de Pedro Jota. Tanto empujar para desplazar a Rajoy y han conseguido que la militancia, sobre todo, en el centro y en la periferia, esté con el único líder que en este momento tiene el PP. Tanto insultar a Mariano, han despertado un moviento de spatía hacia el gallego, y una desafección de quienes le querían defenestrar, tan solo unos días después de pedir el voto para él. Hasta los más fieles han reconocido que se han cometido errores. Casi todos derivados de la mala comunicación interna y externa, algo que tendrá que revisar. Ahora, en la bajada, coge fuerza.
El congreso, se puede decir, ya está pasado y amortizado. Será un trámite, y nada más. Los que se han quedado en el camino serán olvidados pronto. Así es la política. Y en el paisaje hay una avidez de oposición, que Zapatero, noqueado la crisis, no reacciona. Decía Cela que el que resiste gana, y Rajoy se acordará estos días de ese consejo, que hay días que más parece una maldición. Más de una vez, durante este tiempo, Rajoy ha movido la cabeza y ha musitado un… ‘aquí se pasa muy mal, esto es muy difícil', como buscando un hombro en el que llorar. Hoy ya no lo necesita, de momento, que algunos esperan su prer tropiezo.
ALFREDO URDACI, PERIODISTA