Sabíamos que Aguirre era guerrera. Cuando Mariano Rajoy perdió las elecciones y cambió otunista y melifluamente su discurso político, Aguirre, sin acobardarse, dio un paso al frente y proclamó lo que muchos no se atrevieron a decir entonces si les sacaban de la foto.'Rajoy no merece mi confianza', ‘el PP necesita más debate interno', ‘somos liberales y debemos tener libertad para ir a prarias' fueron sus credos. Y todos sus hombres/mujeres, al grito de ‘ar' dieron el paso con ella. En política, y en la vida, es legíto exigir unos códigos éticos de lealtad. Especialmente cuando vienen tiempos difíciles y el líder se la juega, consulta con su equipo y se lanza a la cancha. Gane o pierda hay que estar.
Parece que algún juego de intrigas entre bambalinas ha habido en el Congreso de Valencia, cuando Rajoy, un victorioso muy caduco, ha pasado enca de las recomendaciones de la líder de Madrid y ha alejado de la ejecutiva nacional del PP a sus dos hombres de confianza (Ignacio González y Francisco Granados) poniendo a otros dos: Alfredo Prada, hasta ahora Consejero de Justicia, y Manuel Lamela, consejero de Transtes. Pero como ‘Roma no paga traidores', Aguirre ha tardado una semana escasa en sacar el sable (la catana) de samurai y cortar en la plaza pública las cabezas de sus dos desleales.
Los ajustes de cuentas cuanto antes y con bisturí fino. Sin derramar una gota de sangre. ‘Es mi atación ha proclamado ante una nube de periodistas convocados en Solpara hacer frente a una crisis que tiene al Gobiernos socialista paralizado'. No hace concesiones a las interpretaciones. Cada cual que opine lo que quiera. Pero Prada se ha marchado a la vida privada y Lamela a Caja Madrid. El tercer consejero en discordia, el seductor Güemes, un hombre muy ligado a la Presidenta demostró una lealtad sin fisuras lo que le ha salvado de la quema. Y de paso la Presidenta ahorra reduciendo el número de consejerías de quince a doce, adicionando Justicia a Interior, lo que elina a Prada y reafirma a su hombre de confianza Granados. En el mismo golpe saca de Transtes al quemado Lamela (caso hospital Severo Ochoa y los cuidados paliativos) y coloca a Ignacio Echeverría. Economía la funde con Hacienda. Y al frente de este dos uno, que supone un tante ahorro, pone a un peso pesado de PP madrileño, Antonio Beteta, hasta ahora tavoz de la Asamblea y quizá el político regional del Partido Popular intelectual y políticamente más capacitado con el que salda una vieja deuda ya que Beteta sotó el pacto del ‘Tamayazo' (dos tránsfugas del PSOE que dieron hace cinco años el poder a Aguirre). Por últo anexiona Medio Ambiente con Vivienda y premia en el Senado a sus amigos Elorriaga, Merry del Val y Gádor Ongil.
CONCHA MINGUELA, DIRECTORA 'GENTE EN MADRID'









