Con una contumacia tozuda y pertinaz, ZP se asoma a la tada del diario independiente con un titular desconcertante. ‘Es opinable que haya crisis'. ¡Claro! Toda la esencia de una larga entrevista resumida en el relativismo de una frase que nos deja fríos. Es opinable. Hay cosas que en efecto, dependen de la opinión, del reflejo subjetivo en el interior de cada cual. Ya dijo en cierta ocasión que ‘nación' es concepto discutido y discutible. Quiere decirse que aquello también era opinable.
Por tanto, Zapatero se marca la estrategia de reducir las cuestiones más urgentes a una cuestión discutible, sobre la que sería difícil ponernos de acuerdo, que están en proceso de discusión. No tiene sentido que tomemos medidas contra la crisis si esta está en el dique seco de la observación: la están mirando hasta que deje de ser discutible. O quizá sus asesores, ese Sebastián que le tiene tan fascinado, niegan la realidad, y le inducen a error.
Es cierto que la crisis es opinable. Pero coincide que en privado, los grandes banqueros la reconocen, la saludan, la temen, y les provoca arrugas en la frente. Es opinable pero las economías domésticas no gastan, no se acercan ni siquiera a las rebajas y recortan vacaciones. Es opinable pero nuestro creciento mengua mientras la inflación se dispara. Es opinable, pero nuestra productividad está baja, nuestros precios altos, y nuestra capacidad de competir nos deja lejos de la Champions. Nos consolaremos unos días con la victoria de España en el Europeo. ¡Qué gran noche! ¡Qué grande Torres! ¡Qué grande Aragonés, otro que ha resistido hasta el final ese linchamiento de media España que se lo quería comer! Supo tomar medidas contra la opinión de todos. Y hoy recoge los triunfos. La suya es una lección donde lo opinable se deja para las tertulias del bar.
ALFREDO URDACI, PERIODISTA










