Se precipita la prera vícta, no descontada menos grave. Martinsa se cae con todo el equipo. Dicen que Zapatero les prometió pasta para pagar las nóminas y cubrir créditos. Pero el dinero no llegó. El ICO fue el encargado de decir que no, que el Estado no salva constructoras. Las Cajas, al parecer tampoco. Comienza a aflorar el segundo actor de esta crisis: las entidades de ahorro, las públicas. ¿Cuánto van a perder? ¿Cuánto dinero se han jugado?
¿Cómo afectarán esas pérdidas a su obra social?
MartinsaFadesa suspende pagos, y de golpe las entidades bancarias se convierten en la prera inmobiliaria del país. Algunos harán buenos negocios con viviendas a precio de saldo. El gobierno ha enviado el prer aviso: no saldrá en socorro de nadie. Que cada cofrade sostenga su vela. Eso significa varios cientos de miles de parados. No sólo de la construcción sino de empresas auxiliares. La prera que ha cerrado fábricas es Roca, la de los sanitarios. Con la crisis ya no hacen falta nuevas bañeras, ni retretes, ni jacuzzi.
Zapatero no se quiere gastar el dinero en sostener el empleo sino en pagar subsidios. Y España tiene el temor anudado al cuello, el miedo del síndrome del piloto borracho. Ayer estaba en París. Y quiere hablar con Rajoy. ¿De la crisis? No, de los jueces. ¿Qué tomará para levitar?
ALFREDO URDACI, PERIODISTA